domingo, 30 de junio de 2013

Nilo Espinosa: Shaken, not stirred (antología)



No deja de ser gratificante rastrear las huellas sonoras de músicos e industria discográfica en paisajes musicales poco frecuentados, tarea complicada por la escasez de datos e información para la aproximación, pero sumamente atractiva por las sorpresas con las que uno se encuentra en el intento. Una de ellas es la obra del exquisito y del todo vigente flautista y saxofonista, Nilo Espinosa. Más allá de coartadas estéticas, a varios años ya del boom comercial del lounge elegantón, las grabaciones de Nilo permanecen, básicamente, por tres motivos: actitud, calidad y frescura. Si los sesenta fueron para él, años de aprendizaje, los setenta le permitieron desarrollar su talento y consolidar su preferencia por los ritmos ascendentes… con mucho groove, porque en su obra caben por igual, música tropical, bossa nova, boogaloo, latin soul, jazz funk, rock, rumba y disco. Música bailable: mestiza e instantánea.

Aunque de sólida formación académica, su carrera siempre ha estado ligada a la música popular. En 1959 ingresa en el Conservatorio de Lima y en 1962 debuta con la orquesta del Neptuno, un club nocturno ubicado debajo de la pantalla del Drive-in, el auto cine ubicado en el barrio de San Isidro. Paralelamente estudia por correspondencia el curso de arreglo y composición del Berklee College of Music de Boston y en 1963, junto a Miguel Reyna (piano), Roberto Raffaeli (bajo) y Cocho Arbe (batería), integra la banda estable del Astoria Jazz Club, local que en aquella época seminal era el único de su tipo en Lima, ubicado cerca al malecón de Miraflores, una de las zonas atractivas para la bohemia de la capital. En ese local tocan todas las semanas hasta 1965, año en el que se separan. Comienza entonces la búsqueda de un estilo propio y crea su propia banda, Los Hilton´s, asumiendo la dirección musical. El grupo estaba conformado también por Otto de Rojas en piano y órgano, José ‘Pepe’ Hernández en contrabajo, Roberto ‘Tito’ Cruz en batería, Charlie Palomares en percusión y Pedro Guajardo en guitarra, mas una cantante femenina que hacía coros en algunos temas. Principia, también, su amplio legado de grabaciones, y no solo con su banda, ya que además trabaja como músico de estudio para el sello MAG y otras casas discográficas de Lima, escribiendo arreglos y participando en grabaciones y conciertos junto a grandes talentos como Alex Acuña, Lolet Molina, Coco Lagos, o Jaime Delgado Aparicio, con quienes también actúa en shows de televisión y teatro. Con Los Hilton´s graba en 1967 el LP Aquí vienen los Hilton´s y tocan habitualmente en el Sky Room del Hotel Crillón.

Nilo da un nuevo paso en su carrera disolviendo Los Hilton´s con la intención de hacer una música que pudiera dar salida a sus inquietudes del momento, siempre bajo la influencia del jazz. En las oficinas del sello El Virrey conoce a Carmen Rosa Basurco, una afroperuana de personalidad magnética que podía cantar en portugués, inglés y castellano y que además tenía un buen dominio de escena. Es así que forma el grupo Bossa 70, en el que participan Enrique Suescum en trompeta y trombón, Otto de Rojas en teclados, Roberto Raffaeli en bajo y Roberto ‘Tito’ Cruz en batería. Graban un EP de cuatro canciones (Si você pensa / El gato / Las mariposas / Por amor a Ivy) y en 1970, celebrando el aniversario del grupo, graban el LP homónimo, contando con la colaboración de músicos invitados como el guitarrista Enrique ‘Pico’ Ego Aguirre, líder de los Shain´s y Pax, Víctor Cuadros en piano, Manuel Marañón en percusión y Antonio Ginocchio en la trompeta. A finales de ese año Nilo viaja a Alemania para perfeccionar sus estudios en el Conservatorio de Berlín. Bossa 70 continúa sin él hasta su separación definitiva en 1973 bajo la dirección musical de Cocho Arbe, compañero de la época en el Astoria Jazz Club. Nilo Espinosa se queda en Europa hasta 1974, “ahí empezó realmente todo para mi… viajé por toda Europa (menos España) con un quinteto berlinés. Tocábamos de todo, estuve en un crucero por el Mediterráneo, norte de África, y Mar Negro… toda Alemania, Escandinavia… fue la universidad de La Vida”. A su vuelta al Perú forma la Nil´s Jazz Ensemble, compuesta por Pancho Sáenz en trompeta, Miguel ‘Chino’ Figueroa en teclados, Oscar Stagnaro en bajo, Andrés Silva en batería y percusión, Jorge Montero, Richie Zellon y Ramón Stagnaro en guitarras. En 1976 graban para el sello MAG su único álbum, dejando un testimonio de química, feeling y sentido musical que ha quedado para la posteridad. El impacto fue tal que se llegó a formar una Nil´s Big Band Jazz Ensemble, colectivo por el que pasaron prácticamente todos los músicos de jazz de la Lima de entonces, y que tocaban todas las semanas en clubes, teatros, conciertos. Probablemente aquella época fue muy especial para los músicos peruanos. Hubo una relación fluida entre músicos de jazz y rock. Nilo recuerda que “Jaime Delgado Aparicio empezó a llevar a sus conciertos a Manuel Sanguinetti y los Traffic Sound como teloneros”. Había cierta aproximación entre ambas escuelas, el propio Espinosa hizo muchos conciertos, una fusión de jazz y rock, con Gerardo Manuel (Shain´s, Pepper Smelter, El Humo).  Es también la época de Black Sugar, banda conformada por colaboradores habituales de Nilo como Miguel ‘Chino’ Figueroa, Coco Lagos, Antonio Ginocchio y otros nuevos talentos como Víctor ‘Coco’ Salazar, Carlos ‘Pacho’ Mejía, Roberto Valdez, Luis Calixto o José ‘Arrocito’ Cruz. Es un ir y venir de músicos que participan en un sinnúmero de proyectos paralelos (El Ayllu, Kabul, Conjunto Frutas Verdes, Richie Zellon Blues Band, Elemental Music Group, Image, Dr. Wheat, Pepper, Zulú, Daniel ‘Kiri’ Escobar, Beto Villena, Rafael ‘Pocho’ Purizaga). Muchos de ellos formaron parte, bajo la dirección de Nilo Espinosa, de la banda que junto a la Love Unlimited Orchestra acompañó a Barry White en una memorable actuación en la Hacienda Villa de Lima, en 1977.
 
En la actualidad Nilo continúa en activo, actuando en diversos escenarios limeños y grabando como en los viejos tiempos. Han pasado muchos años, bastantes, desde sus primeras grabaciones, pero como pasa en ciertos casos, mirar atrás no es sinónimo de nostalgia, sino de admiración porque lo primero que a uno le pide el cuerpo escuchando esta antología es dar nuevamente al play y repetir, otra más… shaken, not stirred.

El Rock en Apurimac (1955-1979)



El rock llego a nuestro país un 15 de setiembre de 1955, y se instalo en la capital, para posteriormente apostarse en los distintos confines del interior peruano. Esta corriente musical encuentro al Perú, en su etapa de transición a un modernismo instituido y propulsado a partir del Estado. El rock acentuó su posición en esa etapa histórica de migración convulsiva del campo a la ciudad, en los albores de una industrialización romántica, marcado de un doloroso alumbramiento nacionalista. Una etapa precaria aun para los medios de comunicación, y para la historia peruana, donde más del sesenta por ciento de la sociedad procedía de las zonas rurales, con altas tasas de analfabetismo y marginación. En rock hizo su ingreso al Perú junto al cine como su principal recurso de difusión, y caló profundamente los sentidos de una colectividad juvenil, que esperaba el menor estímulo para poder manifestarse con propiedad. Fue a lo largo de esas fechas en que llegaron a nuestro país, muchísimas películas y música rock, que despertó el interés de los medios televisivos y radiales. El estreno de la película Blackboard Jungle (Semilla de Maldad), Al Este del Edén, Rebelde sin Causa, Celos y Revueltos al Ritmo del Rock, Al compás del Reloj, etc. fueron estrenándose en los cines de la capital y las principales ciudades del país. Películas que abordaron la discrepancia dual entre jóvenes y adultos. “Para entonces la onda rockanrolera –su frenético ritmo, su provocador desenfado- ya habían dejado huella en las actitudes de los jóvenes tanto como en su vestimenta. Las casacas de cuero, los jeans y las zapatillas empezaron a ser moneda corriente en las calles de Lima…” (ALTA TENSION, Los Cortocircuitos del Rock Peruano, Pedro Cornejo Guinassi, Lima 2002, p. 18). Sin duda su ingreso a nuestra región, se efectúo progresivamente a partir de la segunda mitad de los años cincuenta, por iniciativa de aquellos jóvenes, que se trasladaban hacia Lima para realizar sus estudios superiores. La práctica cultural del rock en el interior del país formo parte de una demanda social. Lima se había convertido en la ciudad protagonista de la oportunidad y el progreso, las sociedades postergadas abandonaron los campos para concentrarse en esa Lima de esperanzas, de desarrollo y de estabilidad laboral. Por un largo periodo las ciudades de Abancay y Andahuaylas, fueron las únicas potenciales de la región. Sus condiciones demográficas y geopolíticas combinaron favorablemente en su proceso de modernización a lo largo de los últimos años. Si bien el espíritu progresista de la sociedad apurimeña se incremento a partir de la mitad del siglo XX, fueron nuestros jóvenes los protagonistas en la aceleración de esa demanda y, el rock represento el complemento de sus aspiraciones modernistas. La aparición del rock se convirtió en el soporte mas importante, que permitió a los jóvenes de todo el mundo reconocerse así mismos, repercutiendo en el campo de sus actitudes, frente a la moral pasiva de las generaciones pasadas. Era el primer aliento de reflexión ante la histórica humillación adulta. Considerando que el carácter psíquico de nuestra sociedad apurimeña, siempre estuvo cohesionada a una voluntad conservadora, la juventud de entonces no desestimo el irresistible y contagioso ritmo del rock. La consecuente incursión de este género en nuestra región, cambio el sentido perceptivo de la sociedad urbana en forma gradual. En los albores de los sesenta la juventud local se presentaba resguardada por una disciplina y moralidad familiar bastante marcadas. Una época llena de candidez, donde se tenía por costumbre rendirles serenatas a las chicas, las fiestas para los jóvenes terminaban a las nueve de la noche, donde beber o fumar un cigarrillo antes de los veinte años era algo inaceptable, una época en que las chicas no podían circular con el uniforme escolar pasado las seis de la tarde. Sin duda la practica del rock en nuestra región apurimeña comenzó como un juego, las reuniones de los jóvenes que retornaban de la capital y la circulación de discos, práctica que desde un inicio formo parte del intercambio cultural y la idiosincrasia urbana, la creación de programas radiales, la formación de bandas amateurs, la realización de tocadas caseras, la construcción de guitarras eléctricas y baterías artesanales, fueron desde un inicio la forma mas clara de asumir el rock en las ciudades de Abancay y Andahuaylas. “Alrededor de 1961, solíamos ofrecer serenatas a mis padres y hermanas, entre la intersección de las calles Miscabamba y Elías, -conjuntamente con mis hermanos Valeriano “el Grillo” Vizcarra, Mario, Odilón y Lucho Lantarón- tocando instrumentos rústicos, como una galonera que representaba nuestra batería. Mario tocaba la base o esquila; una campana hechiza, reciclada de un amortiguador de carro, que en medio tenia una perforación que servia para ser empernado, lo usábamos como ritmo sonoro, Odilón tocaba el huiro, que consistía en un tubo de termo de fina textura, Lucho y Abel eran nuestros vocalistas. Por entonces apenas contábamos entre ocho y doce años de edad”. (Marco Vizcarra Ascarza, músico). Fue entre los años de 1964 y 1965 en que se descubren Los Grillos de la Nueva Ola en la ciudad de Abancay; nombre sugestivo que surgió a raíz de la protesta de una joven Vilma Vizcarra Ascarza, al sentirse perturbada por los escandalosas y constantes serenatas que le armaban los chicos. -¡Parecen unos grillos que no dejan dormir!- Desde entonces Valeriano se hizo conocido como “El Grillo”. Los chicos lentamente fueron descubriendo los avatares de la música perfilando gradualmente su compromiso con el rock. Al no contar con instrumentos las prácticas se efectuaban a voz en cuello, si bien no se trataba de un grupo rockero propiamente dicha, Los Grillos de la Nueva Ola fueron los primeros en desarrollar públicamente una música moderna. Ejercicio que empezó con la construcción de una batería artesanal, en el taller mecánico de la familia Vizcarra; el bombo, el napoleón y los tones fueron elaborados a base de calamina plana, revestido por cuero de chivo, previamente curtido y sostenido al aro de huarango, acompañadas de dos campanas rítmicas y un platillo de golpe. “Buscábamos radios antiguos (telefunken), que lo utilizábamos como amplificadores para la salida del audio, los pluses lo elaborábamos a base de cables mellizos, cuya punta sonaba como un parlante, simultáneamente pequeño, que se pegaba con una cinta aislante en la delantera de la guitarra. De este modo se conseguía un sonido rustico por la radio. (…) Posteriormente y durante nuestras presentaciones publicas, la madre Myrian nos facilitaba un megáfono sin cable, que se pegaba a la guitarra o la sostenía un fans, para su respectivo efecto”. (Marco Vizcarra Ascarza, músico). Durante los sesenta la Nueva Ola fue aceptada por los jóvenes y los padres, precisamente por que era una música plausible para los oídos más “reticentes”; para muchos una música que tenia buenos mensajes, sobreponiéndose incluso al propio rock. A raíz de ello entre 1965 y 1966 se formo lo que podríamos considerar la primera banda de rock de Apurimac; Los Golden Geens, (Muchachos de Oro), que a pesar de interpretar todo tipo de música, se enfocaron en el rock desmedidamente. Banda integrada por un grupo de adolescentes, Guido Sotomayor en la primera guitarra, Nicanor Huallpa Taco en la segunda guitarra y la vocal, Oscar Pedraza se encargo de ejecutar el bajo, Javier Oliver en la batería, que posteriormente seria reemplazado por Cesar Cruzado. Las agrupaciones que se enfocaron al rock en nuestro medio casi siempre fueron amateurs, motivo por el cual las modificaciones internas fueron constantes, no supieron afrontar el desafío de las composiciones propias, por factores que escaparon a la necesidad económica y la falta de tecnología. Los Golden Geens no fueron la excepción, el chato Alcides López “Chutacha” primer cantante del grupo, fue reemplazado por Percy Garay Méndez, al no tener éxito en la batería Abel “El Grillo” Vizcarra fue sustituido por su hermano Marco. Pegado al furor de los covers Los Golden Geens se centraron en composiciones de Los Iracundos, Los Espectros, Los Yorks, entre otras apaciguadas bandas, pero jamás compusieron un solo tema. Como banda no pasaron de las serenatas escolares y fiestas privadas. En medio de ese clamoroso avance, se desarrollo el primer concierto de rock en nuestra ciudad de Abancay, con la presencia del grupo Trébol, que fue la primera banda -no propiamente rockera-, que arribo a nuestra ciudad por el año de 1966. Esta banda cusqueña debuto su conocida composición, El Cóndor Pasa versión rock. Posteriormente llegarían Los Siderals de Ayacucho, banda instrumentalista que triunfo a nivel de Sudamérica; con aquel conocido tema Vírgenes del Sol, que sonaba por distintas emisoras del país, ulteriormente harían lo propio Los Beltons, Los Telestar, Los Systems, Los G Mandarina ambas del Cusco y Los Celands de Andahuaylas, que en parte de su repertorio tocaban rock. Por entonces la Sociedad de Artesanos y el Club Unión eran los únicos salones de baile, debido a la pequeña magnitud de la ciudad.


En 1968 uno de los integrantes de Los Golden Geens emigro y la banda dejo de tocar, sin embargo, los chicos reagruparon el grupo para volver a la palestra, esta vez como Los Satanics. La agrupación estuvo conformada por Marco Vizcarra en la batería, Guido Sotomayor en la primera, Nicanor Huallpa Taco en la segunda guitarra, Oscar Pedraza en el bajo y Percy Garay Méndez en la vocal. Desempeñándose en serenatas y matinales de los cines del circuito urbano. “Había la costumbre de brindarle serenata a las chicas del internado del colegio Santa Rosa, ellas habrían las ventanas para escucharnos, a cambio nos invitaban cafecitos con hamburguesas y cuando las monjas se enteraban de nuestras visitas, llamaban a la policía por teléfono”. (Humberto Muñoz “Chafla”, locutor y melómano). A diferencia de Los Golden Geens, esta banda se asentó por completo en el rock, empezaron enfocándose en el desarrollo de covers, de bandas como Los Yorks, Datsun, Silverton, Belkings, Shains, Saicos, Los Galos, Capa Blanca de Chile, entre otros, para después armar composiciones propias. Ese mismo año Los Beltons de Ayacucho, arribaron a la ciudad para un concierto, acción que incito el ímpetu de los iniciados en la música. “Los Beltons nos facilitaron sus instrumentos eléctricos. Por aquel entonces no había guitarras eléctricas en Abancay y tuvimos que adaptar megáfonos a los instrumentos acústicos para que estos sonaran en los parlantes. Hacer rock por entonces fue una inquietud fuerte en nosotros, que nos contrataban para pequeñas fiestas privadas. (…) Pertenecíamos al Vinculo Juvenil Abanquino, dirigido por los párrocos, los curas nos dieron un ambiente que nos permitía conocer a otros chicos. Entonces les propusimos para que Los Beltons, pudieran participar de la misa juvenil, hecho que logro efectuarse”. (Nicanor Huallpa Taco, músico y empresario radial).

Paralelo a Los Satanics (1967), surgieron los Kiss Kiss Bang Bang, (Besa Besa Mata Mata), con un alentador y atrevido propósito, romper con las costumbres de los viejos. Una banda de chiquillos que se preocuparon en desarrollar covers de rock & roll y Nueva Ola. Lo característico del grupo es que todos sus intérpretes portaban melenas y caminaban con ojotas por la ciudad. La cadencia que tocaban lo llamaba enfermedad, que al parecer se trataba de uno de los temas más conocidos de Los Shains, aunque sostenían que más bien se trataba de un ritmo argentino. Kiss Kiss Bang Bang, estaba conformado por el andahuaylino Uriel Luna en la primera guitarra, artista que se había iniciado con Los Celands, además de haber grabado junto a Los Siderals de Ayacucho, se integro a la banda por una cuestión juvenil, el popular Manuel “Sorry” Altamirano en la segunda guitarra, Torreblanca estaba en el bajo, Javier Oliver en la batería y entre los vocalistas se encontraba Raúl Miranda, “El Grillo” Vizcarra, Adrián Garay, Alcides López, Vergara, y las primas Tula y Lulla Luna, que acompañaban en los coros. La banda estuvo bajo el amparo de Armando “El Chama” Díaz Calderón. “En esa época el popular “Apolo”, un aficionado melómano, se convirtió en el proveedor de los refrescos de manzana durante los ensayos que se realizaban en casa de los Vizcarra de la avenida Elías. “Apolo” nos colaboro en todas nuestras presentaciones publicas. (…) En la puerta lateral de la casa se expendía agua de manzana y hamburguesas. Algunas veces la mezclábamos con caña para motivarnos durante los ensayos”. (Marco Vizcarra Ascarza, músico).

En 1968 se instalo una de las primeras estaciones radiofónicas de la ciudad de Abancay, Radio Apurimac, ese mismo año Jesús Palomino lanzo el primer programa rockero de la ciudad; Impacto Musical. Lo propio haría Humberto Muñoz “Chafla”. “El Chafla” fue uno de los principales locutores que incursiona en el oficio del rock a partir de 1968, con el programa Ronda Musical, transmitida por Radio Municipal, emisora que posteriormente tomaría el nombre de Radio Abancay. Fue en 1969 en que Humberto Muñoz, lanzo su segundo proyecto denominado Súper Hits Musicales, esta vez por Radio Apurimac. El“Chafla”, se destaco por emitir una programación variada de rock y baladas, sin embargo, entre 1978 y 1980 retorno a Radio Abancay difundiendo solo rock. En el trayecto de su carrera, armo un programa radial, que a partir de entonces tomaría el nombre de Cancionero del Recuerdo. De este modo Humberto Muñoz “El Chafla”, pasaría la historia local con este programa, presentado en distintas emisoras por donde paso a lo largo de sus cuarenta años de actividad. En octubre del 1968 Juan Velasco Alvarado asumió la dirección del país con un golpe de Estado. Con el gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas se empezó a limitar toda actividad pública y el Perú fue declarado en Estado de Emergencia. Lo primero que hizo Velasco con respecto al rock fue la prohibición de los matinales. Al rechazo del gobierno se sumo la protesta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; admitiendo que el rock “era una música alienante, propia del imperialismo yanqui”. El desconocimiento sobre la esencia cultural que entrañaba este género, se pudo percibir entre los estudiantes universitarios de tendencia izquierdista. “Estratégicamente el gobierno prohibió los matinales en 1969 pero dejo que el rock nacional siguiera su curso, consciente seguramente de que su misma política general -económica y cultural- se encargaría poco a poco de asfixiarlo. Por un lado, los medios masivos de comunicación fueron confiscados y, en consecuencia, dejaron de ser una ventana para el rock local. Por otro lado, la importación de equipos e instrumentos se volvió virtualmente imposible. Por ultimo, y como resultado de su política de no alineamiento, el Perú quedaba fuera del eje anglosajón lo cual para el rock peruano significaba quedar aislado de su conexión con la escena internacional. La culminación de este proceso tuvo lugar en 1971 con la censura y prohibición del concierto que iba a realizar en el estadio de San Marcos el grupo de Carlos Santana, quien luego de su actuación en Woodstock se había convertido en una figura cumbre del rock mundial. (…) a partir de 1972 el rock ingreso a una espiral descendente, se cerraron los espacios de difusión, los conciertos se hicieron cada vez mas infrecuentes, la producción discográfica descendió notoriamente y, lo que es mas importante, los grupos peruanos fueron desapareciendo sin que surgiera un recambio generacional consistente. La efervescencia había desaparecido y el rock nacional comenzó a languidecer irremediablemente”. (ALTA TENSION, Los Cortocircuitos del Rock Peruano, Lima, 2002, p. 36).


A pesar de la falta de recursos informativos, tecnológicos y académicos, la sincronía y el feeling de los jóvenes pervivió en las distintas provincianas, pero la represión hacia el rock fue también una buena causa para el despliegue de las manifestaciones populares que representaban al grueso de la población marginal. A todo ello aunque se desmienta la represión que tuvo este gobierno contra el rock, se afirma que fue precisamente en esta época donde se hizo mejores eventos culturales en nuestra ciudad. Ese es el caso del proyecto denominado, Festival de la Música Juvenil Abanquina, evento promovido por el Estado y dirigido por Esteban Flores, propietario del entonces Establecimiento Comercial Ketal. “Se trataba de una competencia musical y Los Satanics, ganamos el Disco de Oro, que fue entregado a Julio Campos, representante de nuestra banda. Competimos contra los Kiss Kiss Bang Bang, además de otros grupos que representaban a distintos colegios y barrios respectivamente. (…) Las autoridades respaldaban las actividades y las inquietudes de los jóvenes”. (Nicanor Huallpa Taco, músico y empresario radial). Los Satanics duraron algo más de dos años, pero en el tiempo de su permanencia lograron componer entre cinco a seis canciones, el grupo tuvo intenciones de grabar, pero todo término en nada, tan pronto acabaron el colegio se separaron, por motivos de estudios. Sin embargo como banda, hicieron presentaciones en las localidades de Grau y Chalhuanca. Mientras tocaban el cover Abrázame; un tema muy estremecedor, Percy Garay vocalista de Los Satanics se cayó del escenario, fingiendo el dolor se puso de rodillas para seguir cantando, el público pensó que todo eso era parte del show, También durante una ocasión de despedida, se presento otro accidente, Oscar Pedraza resistió el impacto de un corte circuito en la guitarra, el desplome genero la distorsión de la música. A la ausencia de las guitarras eléctricas, los músicos de esta época estaban expuestos a los peligros e inconvenientes técnicos.

En 1973 hace su aparición la banda Alta Tensión, que tuvo una presencia de tres años en el contexto local. Banda conformada por “Pepín” Meza como primera guitarra y vocalista principal, Juan “Chachaco” Montufar en la segunda guitarra, Javier “Tipi” Quispe en el bajo y acompañante en la voz y el desaparecido Larry Urdanegui en la batería. “Tocábamos covers de Deep Purple, Los Iracundos, etc. Durante las fiestas sociales no nos permitían tocar rock a pesar de nuestras intenciones. Era obvio porque el rock en nuestro medio no era muy popular, la gente solo quería bailar. Solo aprovechábamos el tiempo en el que descansaban los grupos de cumbia que venían de Andahuaylas y las que representaban a Abancay para subir al escenario y tocar. Sin embargo el padre de “Pepín”, el señor José Meza que también era músico, nos apoyaba con sus instrumentos durante nuestras prácticas”. (Javier Quispe “Tipi”, ex integrante de Alta Tensión y Fox). A pesar de la indiferencia de la sociedad adulta y conservadora, que gustaba del folklore, la cumbia, etc. la desmedida ausencia de información se mostró clara, tras los efectos de la censura del gobierno de facto. Cada vez el rock se encontraba reducido sobretodo en manos de quienes retornaban de la capital y los pocos que se sumaban a la actitud de este movimiento. “Pese a todo el rock solo crecía por nuestro impulso, la gente se hacia crecer el cabello, la barba, se pintaban las casacas de jeans y los parches de cuero en el trasero. Siempre fuimos creativos y originales”. (“Apolo” Trujillo, melómano). 

El hecho mismo de ser una ciudad pequeña, en alguna medida refreno el desarrollo del rock. El reducido público rockero era profundamente motivador y tenía un feeling grande para la asimilación de nuevos estilos. Por aquella década tenían por costumbre reunirse en las esquinas haciendo bulla porque los padres no les permitían hacer rock en casa, en algunas ocasiones se congregaban en casas privadas, sobre todo durante la ausencia de los progenitores para realizar fiestas. Hombres y mujeres poco a poco incursionaron en el rock visceral, impartiendo sus conocimientos sobre este género, una costumbre que a la fecha perdura. “Había patas que venían con la fiebre del rock, instalaban sus tornamesa y los colocaban en las calles para escuchar música con discos de vinilo. (…) El joven de la época le daba mas importancia a la vida social de ese momento, conocer chicas, patas y escuchar música. Muy poca gente se animaban a crear una banda”. (Entrevista a Jorge Cervantes Matamoros, melómano). Las fiestas sociales en las casa privadas respondían a la ausencia de discotecas y espacios rockeros. Además porque existían comentarios absurdos que surgían sobre este genero, considerado satánico y como un elemento alienante que atentaba contra la “cultura nacional”, y en el peor de los casos se le vinculaba con el libertinaje, el consumo de drogas, etc. “Fui el primero en organizar un tono rockero en mi casa en 1970 a lado de treinta amigos; Carlos Farfán, Pacho Palacios, los hermanos Ballón, “Pocho” Medina, las familias Monel, Zegarra, Acuña, Maldonado, etc. Colocábamos afiches en las paredes y luces de acuerdo a nuestra creatividad, de alguna manera la sociedad admiraba nuestras acciones”. (“Apolo” Trujillo, melómano).

Por otro lado en la Plaza de Armas de Andahuaylas se encontraba una tienda de discos (Discos Acosta), cuyos parlantes instalados en dirección al perímetro central de la plaza, emitía música que estaba de moda, acción admitida a solicitud de parejas y oyentes rockeros que asistían al parque, el disfrute tenía un costo asequible al publico. En un acto ritual la gente disfrutaba de la melodía mientras departía sus discursos cotidianos. A lo largo de los setenta la ciudad de Andahuaylas aun no contaba con una sola banda de rock, sin embargo fueron Los Celands de Uriel Luna, los que tuvieron una mayor apertura hacia este genero, que llegaron a congratularse en distintas ciudades del país; vestidos como los grandes hippies de la época, llegaron a interpretar covers de Santana, The Beatles, The Rolling Stones y algo de Nueva Ola. No obstante hubo otros grupos de cumbia como Los Raymi Zodiac, que en un inicio estuvo a cargo de Rosa Acosta, luego paso a manos de Lido Flores de Talavera, el grupo Benker, liderado por el desaparecido Wilfredo Leguía y Los Barbas. En tanto en la ciudad de Abancay el grupo Sur Star (1972) que estuvo dirigido por Lucho Ascue y la Orquesta Impacto, de la familia Palomino Trujillo armaban las kermeses. Este último brillo por todo el sur del Perú; un grupo muy bien implementado en sonido e instrumentos de calidad. Estas dos bandas durante sus repertorios tocaban entre cuatro a cinco covers de rock. Por otro lado en 1974, se realizo un concierto de rock, acompañado de una película de este genero en el Cine Nilo de la ciudad de Abancay, la sala quedo abarrotada, pero como se trataba de uno de los poquísimos espacios de entretenimiento, la elección no necesariamente convoco a los amantes del rock.

Se había comentado antes que los recintos de los curas eran lugares propicios para la concentración de jóvenes, pues en estos espacios no solo se impartían coloquios, canciones superfluas o prácticas de ping pong, sino se tocaba guitarra. Aprovechando la ausencia de los párrocos, los chicos mas empedernidos usaban los instrumentos en las prácticas del rock. Rolando “Choso” Mendoza, Juan “Chachaco” Montufar, Javier “Tipi” Quispe y “Pepín” J. Meza, los mismos que mas adelante se atreverían armar una banda. Radio Andahuaylas que por entonces era la única señal de esta ciudad, solo contaba con un programa rockero denominado Música Juvenil, dirigido por Lucho Monteagudo Salas, sin embargo los amantes del rock de esta localidad, apelaban a diversas e ingeniosas formas para satisfacer sus deleites musicales. “Había una emisora que emitía rock desde Lima durante las mañanas y la vieja radio de mi padre la captaba muy bien. Tenía amigos que adquirían discos o cassetts frescos de buena calidad, por parte de sus padres que trabajaban en Lima, el otro modo para escuchar rock era asistiendo a los conciertos de Los Celands que se armaban en el Club Social de Leones”. (Alessandro Akeos Loayza, músico). Por otro lado en 1975 surgen programas de rock en las dos únicas radioemisoras de amplitud modulada de la ciudad de Abancay; Radio Apurimac y Radio Abancay. Locutores como Hugo Viladegut lanza su programa Icaro Diabólico que se transmitía ente las seis a siete de la noche. Tari Gamarra Luna remataba la propuesta con el programa Caminando con la Música, sumándose a los propósitos de Humberto “el Chafla” Muñoz. 

1976 ingresa la primera señal de televisión a Abancay y con ella se abre al fin el mundo de afuera. Un proyecto populista del gobierno militar Morales Bermúdez, presentado bajo una controvertida desazón, que permitió la elección mayoritaria de una señal abierta en sustituto a la construcción de una universidad. Lo que incremento la percepción y la sensibilidad de nuestros jóvenes citadinos. La presencia de los dos canales de señal abierta, fundamentalmente el canal del Estado (Televisión Nacional del Perú) y la aparición del programa Disco Club en 1978, dirigido por el destacado Gerardo Manuel Rojas, acelero la pegada del rock tanto en Abancay como en Andahuaylas. Fue en esta misma época en que los propietarios de las salas de cine de nuestra ciudad, estrenaban películas rockeras como las de Jimy Hendrix, el Festival de Woodstock, Puente Arco Iris, etc. pero no con el propósito de difundir el rock sino por pura demanda económica. Si bien es cierto que El Fogón fue la primera discoteca de la ciudad de Abancay, en 1977 se inaugura la muy conocida e histórica discoteca La Choza, que comienza difundiendo rock. Una discoteca que por entonces tenía una construcción de adobe y techo de paja, la misma singularidad física que le permitió consagrarse en el ámbito local. La Choza gozo de una larguísima participación del público identificado con su peculiar estilo, discoteca que posteriormente fue sustitutito por una construcción moderna. La difusión del rock en esta disco se debía gracias a su primer propietario Francisco “Paco” Rodríguez. “Le rendí rigor al diseño, Carlos Orihuela un apreciado Arquitecto huancaíno se encargo del diseño. La Choza tenía una forma circular inmensa, contaba con tres niveles y admitía una capacidad de ochenta personas o algo más, tenía una nave para el bar, una pista de baile de piedra negra bien pulida. Era una discoteca de construcción subterránea. El rock era la música muy revolucionaria e innovador, había mucha gente que gustaba de este género, no solo por su aspecto coyuntural. (…)Yo tenia que ir a Chile a traer discos, porque ni aquí ni el Cusco habían temas que estaban sonando…varios fueron los discjockeys que trabajaron conmigo y muchos de ellos locutores, inclusive copiaban la música para transmitirla por las emisoras locales. Hubieron coleccionistas como Humberto “El Chafla” Muñoz que llegaron a laburar en nuestra empresa”. (Francisco “Paco” Rodríguez, primer propietario de la discoteca La Choza). La contribución de Francisco “Paco” Rodríguez, fue muy importante no solamente para el rock en nuestro medio, sino para el esparcimiento del publico en general, sobre todo en la etapa de convulsión política de los ochenta a la que nos enfrentamos los apurimeños. Fue en 1990 en que “Paco” renuncia a la dirección de La Choza, debido a una serie de factores y problemas familiares.

Retomando el sentido de nuestra lectura, en 1977 se forma Fox, una banda auténticamente rockera, liderado por Walter Sotelo, vocalista y guitarra, junto a Fernando Mendoza en la segunda que también acompañaba en la voz, Rolando Mendoza en la batería y Javier “Tipi” Quispe en el bajo, en ocasiones Marilu Pulgar compartía el escenario con la banda. Fox tuvo su primera presentación pública en el Teatrin Municipal, posteriormente en el Cine Nilo. La banda tuvo una permanencia de tres años, lo importante de este grupo, es que cada integrante había desarrollado temas propios, no obstante se caracterizó por armar covers de Deep Purple, Eagles, Bachmann Turner Overdrive, Abba. “En varias oportunidades viajamos al Cusco a tocar en el Teatro Municipal; lo característico de la banda es que hacíamos música en serio, llegamos a tener algo de diez composiciones que se llegaron a grabar caseramente. En nuestras visita por la ciudad del Cusco creían que la banda era de Lima por la indumentaria que llevábamos.” (Javier Quispe “Tipi”, ex integrante de Alta Tensión y Fox). En 1979 hizo su aparición Radio Doble Nueve, como primera y única señal rockera del Perú y que hasta la fecha se ha mantenido como tal, desgraciadamente su cobertura siempre fue limitada que solo abrigó el perímetro urbano de la ciudad de Lima. Si la señal de esta estación se hubiese ampliado a nivel nacional, los treinta años de su emisión, hubiesen favorecido enormemente las aspiraciones de los jóvenes de todos los circuitos rockeros del país. 

Desde distintos ángulos se afirma que el rock en el Perú, solo fue una expresión estacional y que ha venido disipándose, conforme sus protagonistas abandonaban su juventud. Las pocas bandas que tuvimos en Apurimac no estuvieron exentas a este problema. Los chicos colgaron sus guitarras para realizarse en distintas universidades del país, solo los más empecinados se esforzaron por registrar sus composiciones artesanalmente. Precisamente ese tipo de factores fueron las causas que desintegración a Fox en 1980, sin embargo los protagonistas continuaron haciendo música en diversas facetas y por distintos lugares. Walter Sotelo prosiguió tocando en los pubs del Cusco junto a otros artistas locales, Javier “Tipi” Quispe se especializo en el jazz y “Pepín” J. Meza se fue a Australia, donde formo una banda denominado Think.


Pese a la desaparición de las fracturadas bandas, el rock en Abancay se había instalado en la memoria de un público minoritario ávido de música sobre todo contracultural, no fue casual la formación de Los Cherrys, que agrupaba a Carlos Martínez Calderón, al desaparecido Raúl “Chuto” Barra, “Apolo” Trujillo, Fernando “Pajarito”, “Chunchun”, a Alex Americo “el Gato” Yupanqui Navarro, etc. personajes resaltantes, que en la actualidad, aun se divierten mesuradamente en los confines del perímetro urbano de la ciudad, fueron ellos los que finalmente sellaron la leyenda de esta primera etapa del rock en Abancay, y, que a la fecha han venido consolidando la escena del rock. El modus vivendi de esta gente facilito la pervivencia sugestiva de este genero, que fue plasmándose en bares y recintos tradicionales como El Mariño, “donde mueren los valientes” alusión que respondía a la muerte de un parroquiano, El Girasol, conocida como “La Rockola”, El Bar Danubio Azul, El Carrizal, El Arpachayoq, entre otras chicherías y antros periféricos, pruebas suficientes para creer que el rock en realidad mantuvo su carácter esencial en nuestra región. 

Existen suficientes justificaciones para esclarecer el problema del rock de esta época, que no solo se debió a la falta de compromiso de los jóvenes o los impactos político-culturales, aplicado por el gobierno militar de Velasco, sino el peso y la conducta de una sociedad resonante. La contracultura entendida como una respuesta frente al impacto negativo de la industrialización, tal como ocurría en los países de primer orden, jamás fue entendida por la mayoría social. La demanda de la población peruana por entonces estaba enfocada tan solamente a la mejora de su estatus de vida. Ellos abandonaron sus tierras debido a la insuficiente producción de sus posesiones, para instalarse en las grandes urbes como Lima, para recién entender la modernidad. El rural así como el recién urbano, poco o nada entendía sobre las propuestas de la contracultura y no porque eran ineptos a asimilarla, sino porque sus sentidos perceptivos, así como sus necesidades respondían a otros intereses. Por lo tanto esa sociedad, finalmente “dominante” por ser mayoría, luego de haberse instalado, acentuó y popularizo su música, porque era la expresión mas cercana capaz de reflejar su transito social. Esa masa informe jamás iba a dar ese salto que los rockeros esperaban, tampoco el rockero de entonces, se encontraba en condiciones de darle alcance a este hecho histórico, porque no tenía los recursos, ni las motivaciones suficientes como para afrontar ese reto, a todo ello se sumaron, los prejuicios socioculturales promovidos por partidarios de izquierda por un lado y, la resistencia de un régimen conservador por el otro, ambas miraban al rock con malos ojos. Estupidez que motivo la práctica de las artes y el propio rock como un privilegio de estatus de un publico reducido, y no como un soporte de lucha reivindicativa, en favor de una mayoría social.

Publicado el 12 de julio del 2010 en el blog Apasanca Rock

sábado, 29 de junio de 2013

¿Qué Mads?



Cuando escucho a Joe Cocker con su versión tan especial del clásico de Lennon y Mc Cartney, “With A little help from my friends", lo primero que viene a mi mente es lo eterno que puede ser lo sencillo, y no me refiero a la canción, sino a la serie de TV “The wonder years" (Los años maravillosos), que permitió a generaciones posteriores entender el por qué del nombre de la serie. Es que los 60 son en verdad “la década prodigiosa", diez años que parecen convertirse en 100 o más, y que no pierden vigencia aún, felizmente.

Volviendo a Joe Cocker, él dijo una vez que siempre quiso cantar como Ray Charles. Y lo logró, con la diferencia que mientras Charles componía sus temas, Joe siempre fue un excelente versionador. El sr. Cocker es solo un ejemplo de lo que significó la música negra para los grupos y solistas hoy famosos. ¿Qué hubiera sido de The Beatles sin Chuck Berry o Little Richard, o de los Stones sin Muddy Waters o John Lee Hooker?

Saltando el charco, y con lo antes escrito en mente, ubiquémonos en el Perú de los años 60, con un movimiento muy desarrollado en la dimensión musical del rock: las radios, ya desde los 50’s, difundían los últimos hits que encabezaban los charts (listas de éxitos) de Europa (léase Gran Bretaña ), y América (léase USA).

Desde sus inicios el rock and roll se impuso en el Perú y surgieron solistas y grupos musicales por doquier. Al igual que en Europa (UK), aquí la influencia de la música negra fue inevitable, pero con un agregado: los grupos ingleses surgidos en la primera mitad de los sesenta influyeron más que los norteamericanos. Así las bandas locales escogieron un ‘molde’ (pattern) a seguir.

Aquí hago un breve paréntesis para explicar porque he hablado o escrito lo anterior. Lo hice como antesala a contarles de uno de mis grupos peruanos favoritos. Hay gente obtusa que aún ahora echan barro a las bandas que tocan ‘covers’ en algún momento, siendo absolutos ignorantes de lo que les comenté líneas arriba sobre los inicios de bandas hoy legendarias y que indiscutiblemente son la base de todo lo que se produce ahora.

Esto lo incluyo en mi comentario porque este grupo peruano estuvo –para mí– influenciado por uno de mis ensambles musicales más logrados de todos los tiempos: The Kinks, grupo inglés que, según algunos críticos, inventó el heavy metal en 1964 con su himno ‘You really got me’.

En mi caso resulta curioso que la primera vez que escuché este temazo fue por los Mads, y me sonó a música de Tchaikovsky por su contundencia y cambios de ánimo. O sea que por Bill Morgan (bajo), Manolo ‘Mano’ Ventura (primera guitarra), Alex ‘Tito’ Ventura (guitarra) y Richard ‘Bimbo’ Macedo (batería) descubrí este nuevo sonido.

Tenían una puesta en escena muy profesional, incluyendo vestuario especial y coreografía, ejecución impecable. Como alguien dijo: “parecían un grupo inglés". Pero ahí no queda la cosa: yo en ese entonces comenzaba mis primeros pasos como parte de una banda que se llamó “Los Doltons", y nos juntábamos para ver en la TV un programa llamado “El clan del 4", donde salían varios grupos y solistas peruanos y uno que otro extranjero invitado, aunque nosotros esperábamos que salgan los Mads. Grabábamos en una primitiva Geloso (grabadora) lo que tocaban los Mads para incluirlo en nuestros repertorios. Luego, años después, me enteré de que al igual que nosotros, muchas otras bandas hacían lo mismo.

Puedo decir que ya se generaba la “Madsmanía", pues eran uno de los pocos grupos que tenía una legión de seguidores donde quiera que tocaban: colegios tan exclusivos como Roosevelt, Santa Maria, Markham o Inmaculada hacían fiestas los fines de semanas con los Mads. La Banda no quería saber nada con las radios,o las disqueras, pero su música se pedía en todas partes. No solo tocaban covers, sino también llegaron a componer muy buenos temas en el estilo de la banda.

Cuando se abrió el Galaxy (más tarde Tiffany), un exclusivo local en San Isidro pionero de los actuales pubs, los Mads fueron grupo obligado. Ahí compartí el escenario por primera vez con ellos; yo tenía mi grupo “Pepper Smelter", el que formé luego de dejar los Shain’s. Pese a que Manolo Ventura estuvo en los Shain’s por corto tiempo, nos dejó dos canciones que grabamos en el segundo álbum Volumen 2: ‘¿Adónde fuiste?’ (Where did you go?) y ‘enfermedades’. Así nos hicimos muy amigos con los Mads, al extremo que en varias oportunidades compartimos tocadas.

A finales de los 60’s sucedió lo increíble: Los Mads decidieron grabar su primer álbum, y con temas propios. Antes tuvieron una pequeña aparición en un LP de discos El Virrey que recopilaba varios artistas locales (uno de los temas fue “The last time", de los Stones). Pero ahora ya estaban en el estudio de Sono Radio listos para emprender la gran y definitiva aventura. La infraestructura era la que siempre habían querido para grabar: máquina multitrack, consola de última generación y un excelente equipo técnico. Nunca supe por qué, pero todo quedó inconcluso cuando estaba casi terminado, y nunca obtuve una copia de lo que pudo ser el mejor álbum de la historia del rock peruano.

Vendría el proyecto de viajar a Inglaterra y el concierto de despedida de los Mads (1970, auditorio del colegio Santa Ursula). Me dijeron si les podía prestar mi equipo de sonido y acepté sin pensarlo dos veces. No solo eso, también decidí encargarme personalmente del sonido, y en el colmo de mi alegría, a mitad del show escuché a los Mads tocar un tema mío: “Sally’s Song" (La canción de Sally), que está grabada en un single de los “Pepper Smelter".

Quiero dejar constancia, antes de despedirme, que estos momentos compartidos con los Mads los convierten, por su calidad de músicos y mejores amigos, en mi primera banda como miembro honorario, y así siempre lo sentiré… LARGA VIDA A LOS MADS.


Un fan.

viernes, 28 de junio de 2013

Los Zodiac (Lima, 1961 - 1965)


Por Jesús el Rocker

Este grupo lo formaron unos compañeros de la Facultad de Letras de la Universidad Católica de la capital peruana, cuando tras una velada universitaria en la que improvisaron algo de jazz, la buena acogida del público les impulso a seguir. Todos eran del barrio de Miraflores y en un principio contaban con muy pocos medios, yendo a ensayar a casa de uno de ellos (recordemos que eran estudiantes que aun vivian con sus padres). Decidieron, de común acuerdo bautizarse como Los Zodiac (aunque muchas veces su nombre ha aparecido escrito como Zodiacs o incluso Zodiac´s, aunque es verdad que ellos también han contribuido a este lio), pues pensaron que sería divertido que cada uno representara un signo del zodiaco. No llegó a tanto la cosa, pero la madre de uno de ellos les bordó los símbolos zodiacales en las baratas camisetas blancas que llevaban. Luego hicieron una combinación de cuadros en  las camisetas, que les daba al menos una curiosa personalidad estética. Este diseño se haría tan popular entre la juventud que incluso una fábrica las empezó a vender como sweters zodiac. La banda empezó ya influida por ritmos bailables de 1960, como el twist, pero su sonido sigue muy apegado al rock and roll clásico e incluso al rockabilly, resultando muy divertido y atrayente, y no habiendo envejecido como el de otros paisanos contemporaneos. Tocaron en muchas fiestas y en el Astoria Club y pronto se crearon buena y merecida fama, apareciendo en el popular programa televisivo "Twist beach" y luego en otros más abiertos al público de todas la edades ("Cancionísima" o "Hit de la una"). Fichados por los de discos Odeon hemos de destacar su versión del "Bertha Lou" (1963), que fue un éxito local y que recibió muy buenas críticas. Hicieron importantes apariciones televisivas y una en una película ("Tres vidas") que les convirtieron en populares incluso fuera del país, siendo reclamados para actuar en Colombia. A este respecto hay que destacar que sus ecos llegaron hasta Japón (recordemos que en Perú hay una importante minoría nipona), y que tenían planeada una gira por extremo oriente eternamente aplazada. Preparándose para ello llegaron a grabar uno de sus temas en japonés, "Be my baby". Luego cambiaron de imagen y estilo más al surf (destacar aquí su "Beach party"), acercándose después también en estética y en lo musical al mersey beat británico, pero se separaron no mucho después al terminar varios de sus componentes la carrera (llegó un momento que las sustituciones no eran la solución) y buscar otros trabajos, o bien querer los otros seguir estudiando más en serio. Siguieron juntos, eso sí, en la asociación cultural Siglo XX que ellos crearon para apoyar la música y otras artes. Pero por su cuenta Tito Castagnolia se convirtió en apoderado de una importante fábrica, Horacio García se convirtió en abogado, Lucho Pérez y Micky Alvarez abrieron sus propios negocios, mientras que Lucho León marchó a Estados Unidos a completar su  formación, por lo que terminaron perdiendo el contacto. El único que siguió en el mundo de la música fue Lucho Alva, que abrió una academia. En el año 2005 Castagnolia y Alvarez se encontraron por casualidad y decidieron buscar a los demás para empezar a tocar de nuevo. Les siguieron la mayoría y ahora, reconocidos como unos de los pioneros del rock peruano, los puedes contratar para tu propia fiesta por un módico precio. Además lo hacen por una buena causa. Lo que recaudan va a su nueva asociación, Tocando corazones, que ayuda a los niños pobres.

miércoles, 26 de junio de 2013

Los Vips (Lima, 1965 - 1967)



Los hermanos Barreda, Juan Carlos y Carlos Manuel, grandes aficionados al rock and roll, formaron en Perú el conjunto Los Star´s junto a su amigo Jaime Alvarez Calderón y otros a principios de los años 60. Tocaron en fiestas, clubs y bailes pero realmente no duraron demasiado. Los Barreda y Alvarez montaron entonces la banda de surf instrumental Los Vips, muy inspirados por sus idolatrados Ventures y también en Gerry & the Peacemakers. Ficharon por el sello Sono-Radio, que les editó un fantástico singlr (1966) con la versión de los Ventures "Cabeza de diamante" pero también con "Bailando a go-gó". Luego vendría otro disco. Sorprende su dominio técnico y su saber estar, dando vida a uno de los mejores grupos instro del mundo hispano. Hicieron apariciones televisivas y no vendieron mal, pero no tanto como merecían. Al disolverse, los Barreda se unieron, gradualmente, a Enrique Ego Aguirre y los hermanos Pereyra en Los Shain´s, haciéndolo también poco después Beto Tataje, procedente de Los Chacales. Con estas aportaciones se convertirían en uno de los mejores y más conocidos grupos del Perú gracias en parte a oportunas actuaciones televisivas. Eran una banda que había empezado haciendo versiones de The Shadows, pero de todas formas no había perdido de vista el rock and roll clásico, como lo demuestra el que la cara B de su primer single fuera una versión de Eddie Cochran. Solían llevar como teloneros a un grupo instro llamado, muy significativamente, Los Shadows, en el que tocaba el hermano de uno de ellos. Los Pereyra dejaron la banda para formar Los Drag´s, incorporándose ahora Gerardo Manuel Rojas (que había sido presentador del programa "Surf Beat 63" e integrante del grupo surf y twist Los Dolton´s), con el que el estilo del conjunto giró esta vez hacia el garaje-rock. Tras grabar tres álbumes, en el que fueron acercándose paulatinamente a la psicodelia, empezaron a surgir problemas en el grupo por diferencias musicales en el cuarto disco y por el reparto de ganancias tras hacer la banda sonora de la película "Las psicodélicas". Solo Ego Aguirre seguiría con el proyecto, fundando unos Nuevos Shain´s (1969-1970), que derivan hacia el rock duro. Pero pronto se radicaliza un poco más y, aun conservando parte de la formación, les rebautiza como Pax y les acerca al heavy metal. Con este proyecto dura hasta 1987, en que empieza a dedicarse a otros ámbitos de la música. Por su parte Rojas formó The St. Thomas Pepper Smelter, cuyo nombre nos da una ide de la influencia que los Beatles más psicódelicos tuvieron en él. Luego formó Gerardo Manuel y El Humo, que hubo de disolver por problemas con la dictadura. Se dedicó entonces a presentador de televisión, inaugurando finalmente uno de los primeros programas de video-clips de Hispanoamérica, "Disco club", en 1978. Siguió en televisión, aunque hay que destacar que relanzó "Disco club" en formato blog ya en el siglo XXI.

Los Kreps (Lima, 1961 - 1965)



Este trío se formó en Perú con la idea de dar vida a un conjunto vocal de rock and roll, haciendo du-duá un poco al estilo, salvando las distancias, de sus adorados Dion & the Belmonts, cosa nada habitual en la America latina de entonces. Sus componentes eran los jóvenes universitarios Eduardo (apodado Lalo) Bisbal, Tito Morales y Alejandro Palma, y su repertorio se compuso en seguida de clásicos norteamericanos en español, sobre todo de gente como Ritchie Valens, Paul Anka o conjuntos de doo-wop. Consiguieron muchas actuaciones, acompañándose solo de un par de guitarras españolas, aparte de sus voces claro, haciéndose pronto un buen nombre en la capital peruana. Por ello fueron fichados por discos Sono-Radio, que les editaron algunos singles, entre los que destacan "Daniela" (1962), un sueve rock and roll un poco al estilo de los Everly Brothers, y "Manzanita de mi amor", un simpático doo-wop, aunque el que más éxito tuvo fue el peor: "La cafetera". La buena aceptación de estos sencillos animó a la discográfica a poner todos los medios a su alcance para editarles un álbum en 1963, lanzándoles ahora con una imagen uniformada con jerseys, muy du-dúa cierto, pero síntoma de domesticación. El resultado, aunque un hito del rock peruano y con temas de altísima calidad (muy buena su versión del "Tonight" de The Velvets), acusa ya un marcado comercialismo al incluir ritmos que empezaban a reflotar en la Sudámerica de los primeros años 60, como el bolero o el calipso, además de los inevitables bailes rockeros de moda, como el twist. Sin embargo incluye también "Linda", un tema vocal propio. Al poco de editarse el disco se disolvieron de forma amistosa por diferencias a la hora de enfilar su carrera. Así, por ejemplo, Bisbal inició una carrera en solitario que, durante algún tiempo le reportó algunos éxitos en la canción ligera, como "La inmensidad" (1967). Luego buscó un trabajo más estable en la fábrica de caucho más importante del país. Palma, por su parte, perfeccionó su técnica musical hasta el punto de convertirse, con el tiempo, en concertista de guitarra clásica de reputacion internacional.

Los Kreps


La Nueva Ola Peruana trajo consigo una notable cantidad de intérpretes, de los cuales algunos merecieron la estimable atención del público por la calidad mostrada en sus interpretaciones. Precisamente en ese grupo se encontraba este juvenil trío llamado Los Kreps.

El conjunto estaba formado por tres jóvenes universitarios de la ciudad de Lima, EDUARDO "Lalo" BISBAL, TITO MORALES y ALEJANDRO PALMA, que supieron alternar sus estudios con la música.
Tras su buena acogida por el público peruano captaron la atención del sello SONO RADIO que tras editar algún sencillo, sacó al mercado su único LP en 1963, donde estaban acompañados por ENRIQUE LYNCH y SU ORQUESTA.
El disco contiene una selección de temas en los cuales se mezclan los ritmos latinos como el calypso ó el bolero con ritmos de moda como el twist, y surgen títulos como "La cafetera", "A la molina" ó "El congorito". También incluyen versiones a éxitos de Paul Anka, Ritchie Valens ó Chubby Checker, así como un par de temas de estilo vocal, su versión del clásico de The Velvets "Tonight" y un tema propio compuesto por Eduardo llamado "Linda", que es una maravilla de DooWop en español

Tras este disco grabaron algunos temas más como "Daniela", "Manzanita de mi amor", etc con el apoyo musical del grupo LOS SATELITES, y poco después se separaron.
EDUARDO BISBAL inició su carrera en solitario cosechando algunos éxitos como "La inmensidad" ó "Nadie como tú", y por su parte, ALEJANDRO PALMA se convirtió en un gran concertista de guitarra clásica de reputación internacional.

DISCOGRAFIA

PERU, 1963
SonoRadio SE-9018
- La Bamba
- La Cafetera
- Linda
- A La Molina
- Linda Muchachita
- Esta Noche
- Limbo Rock
- El Congorito
- La Carta
- Cada Noche Sin Tí
- Pobre Muchacho
- Diosa Del Amor

martes, 25 de junio de 2013

Los Wildcats 1946


Por Tomás Unger

Hace unos días un amigo me preguntó sobre la historia de los músicos miraflorinos y si recordaba el grupo de muchachos que tocaba jazz en el Terrazas en los años 40. Lo recuerdo bien, su nombre era "The Wildcats" y para quien quiera recordar la época swing reproduzco acá una crónica de cuando mi memoria estaba más fresca.

Ahora que estamos en plena era de la música electrónica, hay una serie de conjuntos musicales que, con un par de guitarras eléctricas, un órgano y una batería, asistidos por media tonelada de equipo y un kilómetro de alambre, llenan de ruido un estadio. Esto ha desplazado en gran parte a la orquesta, y ha hecho posible que un pequeño grupo –a veces con más pelo que talento– y con varios cientos de watts “de salida” tenga gran estatus. Cuando comenté este fenómeno con uno de mis hijos, me preguntó cómo era en mis tiempos. Me acordé de los “Wildcats”.

En plena época de la guerra, cuando estaban haciendo furor las orquestas de Glenn Miller y Tommy Dorsey, un grupo de muchachos formó una orquesta de Jazz (hoy se diría swing)  en Miraflores. Era una verdadera orquesta, con dos trombones, tres trompetas, saxos, piano, batería y hasta guitarra. En esa época, los integrantes nos parecían viejos, pues nosotros estábamos recién en primero o segundo de media, y ellos ya habían terminado o estaban por terminar el colegio. Algunos del barrio íbamos a los ensayos, que llamábamos “entrenamientos”, y que se llevaban a cabo en el Club Terrazas.

La orquesta se apoyaba en tres pilares, Pepe Morelli al piano, que luego tocó en la TV y que ya entonces era otro lote, Lalo López, alias “Akim Tamiroff” (en recuerdo del actor que hacía del malvado Barón Colonna en “Los Hermanos Corsos”) en la batería; y un muchacho Henriot en la trompeta. Los tres tenían calidad profesional y mucho gusto para tocar. A distancia los seguía Billy Cook en saxofón. El segundo saxo era Chachi Dibós, y los que soplaban trompetas detrás de Henriot eran los dos motociclistas: Cucufato Orezzoli y Lucho Bianchi, que tenía una hermosa trompeta “New Era” de plata (al menos eso decía el Topo Buckley, y juraba que era igual a la de Harry James).

El Topo Buckley tocaba guitarra, pero desgraciadamente nadie lo oía, porque en esa época no había guitarras eléctricas (sino sus precursoras, las “Hawaianas”). Tocaba muy bien, y tenía un excelenteoído musical, pero no había llegado aún la época de su instrumento. Los trombones eran Salazar y Raúl Rebagliatti. Me parece recordar que en cierta ocasión Sammy Dávila incursionó con un acordeón, que encajaba en una orquesta de swing como un jockey en un equipo de básket.


En una ocasión, durante una fiesta en el Terrazas, en la que tocaba la famosa orquesta “Lecuona Cuban Boys” de Armando Oréfice, que nosotros oíamos sentados en el muro, a alguien se le ocurrió que tocaran los “Wildcats”. Todos aplaudieron y, después de tomarse un pisco para los nervios en el bar del Gordo Castillo, nuestros músicos se lanzaron al ruedo. Nos pareció que tocaron extraordinariamente bien, y los de la Lecuona los aplaudieron –nunca sabremos si por admiración o por gratitud por el descanso.

No sé en qué terminó la orquesta, porque cuando volví de Oregon, de la Universidad, ya no existía. Un detalle curioso: entre los Wildcats había cuatro motociclistas. Hasta hoy, cada vez que oigo "Pensylvania 65000" o "Collar de Perlas", me acuerdo de los "Wildcats".