viernes, 19 de agosto de 2011

Sicodelia rescatada

Andrés Tapia (Repsychled) y Pancho Guevara (Los Saicos)



Por Nilton Torres (La República)

Los rockeros peruanos de los sesenta navegaron en la sonoridad caleidoscópica de la sicodelia. Un puñado de ellos fusionó los sonidos de los teclados Hammond y los reverberantes efectos de las guitarras. Nació así una movida que ahora resucita en CD.

Las fotografías colgadas en la pared en las que aparecen unos pelucones vestidos con camisas anchas –de color entero o con figuras de inspiración caleidoscópica–, pantalones campana y actitud de rock stars, dominan el abarrotado salón en el que también destacan los armarios que almacenan centenares de discos LPs y de 45 rpm (revoluciones por minuto). Una añeja tornamesa y un par de parlantes Behringer complementan el ambiente desde donde Andrés Tapia, un graduado en administración de empresas, dirige el sello discográfico Repsychled, que desde hace cuatro años ha relanzado al mercado una selección de 14 discos grabados y comercializados originalmente en los años sesenta y parte de los setenta. Discos que sintetizan –nunca mejor dicho– el espíritu de diversos grupos nacionales que hace cuarenta años fueron los cultores de una movida musical inspirada en el rock británico de influencia hippie, cuyos sonidos se conocieron mundialmente como sicodelia.

Bandas hasta hoy recordadas, y algunas que se atreven a tocar otra vez, como Telegraph Avenue, Traffic Sound, We All Together, Los Saicos o Los Shains, con composiciones propias y algunos covers, todos cantados en inglés, sentaron las bases de la sicodelia peruana. Muchas veces confundida con la "nueva ola", esta movida musical, con sus prolongados solos instrumentales y efectos electrónicos como reverberaciones, delays, feedbacks, y el uso de órganos y sintetizadores, compuso el soundtrack de toda una generación de cincuentones que alguna vez llevaron el pelo largo y vistieron ropas ajustadas y multicolores.

DE COLECCIONISTA A PRODUCTOR MUSICAL

Andrés Tapia tiene treinta años y no necesitó vivir en aquella época para sentirse tocado por la música de la movida sicodélica peruana, a la que llegó de pura casualidad.

"Siempre he coleccionado CDs y cosas inéditas de bandas conocidas. Ensayos de Beatles, Zepellin, rarezas de Rolling Stone, de Black Sabbath. Mi interés era conseguir cosas distintas, y así fue como llegué a los antiguos long plays de Traffic Sound y We All Together". Tapia se quedó pegado a los sonidos de estos grupos peruanos, y su pasión de coleccionista lo llevó a hurgar en los cachineros y los puestos de Quilca, buscando ediciones mejor conservadas, y así llegó a los discos de 45, donde se editaban canciones que muchas veces no salían en los LP’s. También empezó a juntarlos, y buscando información sobre los grupos y los músicos, sobre todo fotografías, llegó a conseguir viejas ediciones de una revista ya desaparecida, Ecran, además de acopiar decenas de recortes de periódicos de la época, y la cosa se tornó aún más fascinante.

"Tenía miles de discos, entre LPs y discos 45. Y un día me enteré de que en un lugar de Jesús María llamado Maracaná iba a tocar Gerardo Manuel y el Humo, y Los York. Así que con un amigo fuimos llevando algunos discos y los recortes de diarios. Cuando pudimos nos acercamos a Gerardo y le mostré lo que tenía. Se emocionó, y allí mismo me presentó a sus músicos y otros amigos".

Andrés acababa de terminar la carrera de administrador, así que se decidió a comenzar su negocio propio, y pensó entonces en reeditar aquellos discos de esa gente a la que estaba conociendo, ya que no le parecía justo que su trabajo se perdiera simplemente porque sus discos nunca más se volvieron a editar. Andrés se dio cuenta de que había un mercado potencial en aquella gente que alguna vez tuvo uno de esos discos y lo regaló, lo perdió en alguna mudanza o la mamá se lo botó, y hacia ellos apuntó Repsychled, palabra que juega con el concepto de reciclar, pero también con el de la sicodelia, ya que la abreviatura en inglés, psych, remite al sesentero género musical. Y aquí empezó la labor más ardua para Andrés: encontrar los masters de los discos que quería reeditar, así que se echó a ubicar a los representantes de las desaparecidas disqueras peruanas como Iempsa, Infopesa, Mag, Sonoradio, y lo consiguió.

Y en esa búsqueda fue que también se juntó con Saúl y Manuel Cornejo, dos ex miembros fundadores de bandas como Laghonia y We All Together, y que nunca se alejaron del negocio musical. "Al principio no lo veían tan claro como yo, pero me apoyaron en el proyecto", dice Andrés.

Luego de revisar el catálogo de las viejas disqueras, los dos primeros discos que escogió para obtener los derechos fue el "Apocallypsis" (1970) de Gerardo Manuel y El Humo, y "Bossa 70" (1969-1971), del grupo del mismo nombre formado, entre otros, por el saxofonista Nilo Espinoza, la cantante Carmen Rosa Basurco, y el recientemente desaparecido pianista de "Trampolín a la fama", Otto de Rojas. "Bossa 70 es uno de los primeros discos en el que se mezcla el bossanova, el jazz y el rock. Debe ser uno de los pioneros en la fusión latina", dice Tapia.

NOSTALGIA SICODÉLICA

El primer disco que lanzó el sello Repsychled fue el de "Laghonia", banda conformada precisamente por Saúl y Manuel Cornejo, Ernesto Samamé y otros músicos, y que reunió temas de sus dos únicos álbumes, además de grabaciones inéditas. Y desde esta primera producción empezó a perfilarse la peculiaridad de los discos producidos por Tapia. Y es que cada uno de sus trabajos no sólo ha mejorado notablemente el sonido de las grabaciones a partir de las matrices originales, remasterizándolos con extremo cuidado, sino que, en el afán de rescatar el espíritu de una época, ha respetado los artes originales, reproduciendo a escala no solo la estética de los LPs en su diseño de disco y empaque, sino que incluye libritos (booklet) en los que se aprecia fotografías caletas de los grupos, la letra de las canciones y la historia de estas mismas bandas, pero no tomadas de la wikipedia o de algún afanoso bloggero, sino contada por los músicos en persona. Por citar algunos ejemplos, el disco de Los Saicos reúne todas las canciones grabadas en formato de disco 45, además de incluir la letra y la historia contada por el vocalista del grupo, Erwin Flores, y utiliza papel y una tipografía que evoca los años 60.

"La intención es poner estos discos al alcance de todos, sacándolos del contexto en el que se ubican ahora: el de rareza, el de un disco extinto. Ahora estos discos están vivos y forman parte de nuestra historia. He allí su importancia ya que son el reflejo de la una juventud que se fue, de una movida, de una cultura musical, y ese es su valor", dice Tapia. Los discos se pueden encontrar en tiendas como Crisol, Phantom, Moving Sound de galerías Brasil, La Pulga y también se venden por internet (www.repsychled.com). Pero Tapia ha logrado colocarlos en algunos puntos de venta en Estados Unidos, Argentina, Brasil y pronto en Uruguay. Según cuenta, es en el extranjero donde se está vendiendo más, pero no pierde la esperanza de que aquí en Lima la cosa cambie y más gente se interese por conocer más a fondo la sicodelia peruana.

"Sé que en estos catorce discos no están todos los que son, pero poco a poco iremos editando a nuevos grupos y nuevos discos de las bandas ya presentadas".

En listas de espera se encuentran El Polen, Pax, Black Sugars, Los Holys, Los Silvertons, Los Belkings, Los Yorks, Jean Paul el troglodita, más discos de Los Shains y compilaciones con grupos que grabaron dos o tres canciones.

"Dicen que todo tiempo pasado fue mejor. Y el espíritu del rock sicodélico peruano está más vivo que nunca", dice Tapia, para quien cada canción supone el legado de estos músicos que hoy pintan canas y que tuvieron que esperar cuarenta años para volver a sonar en unos discos que ofrecen otros, mínimo, cuarenta años para disfrutar.

CATÁLOGO SICODÉLICO

• Laghonia (1967-1970)
• Gerardo Manuel y el Humo. •Apocallypsis (1970)
• Los nuevos Shain’s. Singles (1969-1970)
• Traffic Sound. Virgin (1970)
• Traffic Sound (1970)
• Telegraph Avenue (1971)
• Tarkus (1972)
• Saicos (1965-1966)
• We All Together. Singles. (1973-1974)
• We All Together. We are not together (1968-1974)
• Telegraph Avenue. Vol. 2 (1974)
• Los Shain’s. El ritmo de… (1966)
• Los Shain’s. Singles (1966-1968)
• Bossa 70 (1969-1971)

Publicado el 27/7/2008 en La República

martes, 16 de agosto de 2011

El otro integrante




Por Gerardo Manuel

En los últimos años se ha acentuado la presencia de una figura que permanecía casi invisible detrás del éxito de quienes han triunfado en el mundo de la música, y del espectáculo en general: El Manager.

Se supone que los managers hacen que los músicos o artistas sean rentables. Para ese propósito ellos pueden actuar como agentes de negocios, socios financieros, promotores artísticos, disciplinarios, entrenadores y padres adoptivos. Los representantes pueden venir del negocio de la música, como músicos, promotores de conciertos, agentes de representaciones, ejecutivos de compañía de discos o pueden venir desde la ley, empresas contables o crimen organizado; pueden ser el mejor ex amigo de un músico. Y dependiendo del músico, su trabajo puede extenderse infinitamente desde decidir las canciones de una banda, vestuario y equipo hasta simplemente apretar la mano de un genio.

El manager ideal es un buen juez de la música, un planeador cuidadoso creativo, un duro negociador de contratos, un apoyo y un fan. El manager ideal no existe.

Estas ideas las tenía dando vueltas en mi cabeza luego de participar hace algunas semanas de un conversatorio muy interesante en una universidad local. Estuvieron en el conversatorio tres managers de varias de las bandas más “exitosas" del medio. A lo largo de mis años en televisión y en radio he tenido oportunidad de conocer a managers realmente íconos de esta tarea, y ellos están en un perfil muy cercano al que aún no existe. Lo más importante que noté en el acercamiento entre estos personajes y sus representados fue una suerte de empatia que casi podria llamar telepatía, pues bastaba una señal para que el otro entendiera el significado del gesto.

He querido hacer esta pequeña introducción como preámbulo a un homenaje bien merecido a quien para mí, vendría a ser el primer verdadero manager en la historia del rock peruano, pues reunía casi todas las condiciones antes planteadas, con el agregado de ser no padre adoptivo sino padre real de uno de los integrantes de la banda que representaba. Estoy hablando de don Enrique Egoaguirre Poggi manager y fundador de los “Shain’s" en 1964. Su hijo Enrique comenzó tocando el bajo eléctrico y luego la primera guitarra, hecho que se produce con la primera metamorfosis de la banda.

Juan Luis Pereyra y su hermano Raúl -primera y segunda guitarra respectivamente- emigran a otra banda, y Enrique, más conocido como “Pico", pasa a ser primera guitarra en un tiempo realmente corto, pero eso es materia de otra historia.

Continuemos con el trabajo que desempeñó don Enrique Egoaguirre manejando una banda que, gracias a su buena muñeca, logro consolidarse hasta ahora como una de las más profesionales y recordadas del rock nacional. El se encargó no solo del vestuario, repertorio, disciplina e inversiones, sino que hasta era el road manager (léase movilidad), pues con su legendaria camioneta Chevrolet Station Wagon modelo 1964 de color blanco con interior rojo (simbólicos colores patrios) era el transporte oficial de los Shain’s. El automóvil era tan grande que entrábamos los cinco Shain’s, don Enrique, el protoplomo (o sea el primer ayudante en la historia del rock peruano al que solo lo recordamos como “bassman" y posteriormente reemplazado por otro chico apodado James debido a su parecido con James Brown) y además entraban todos los instrumentos de la banda.

Don Enrique también convocaba a los ensayos, ponía multas a los que llegaban tarde, controlaba las inversiones con las utilidades de la banda, arreglaba los contratos para presentaciones en shows o en televisión y los contratos con las disqueras.

Hoy que los Shain’s han vuelto a la actividad, queremos recordar a don Enrique de manera muy especial en este Día del Padre y los invitamos a compartir esa celebración el sabado 16 de junio en el bar de Antica Pizzería (San Martín 201, Barranco). Los esperamos.

Publicado en el blog Disco Club de Gerardo Manuel

lunes, 1 de agosto de 2011

¿Rock latino? ¿Qué rock latino, huevones?

El título de este post lo he tomado arbitrariamente de la reseña de Paul Hurtado de Mendoza sobre Los Saicos, texto que aparece en la contratapa del LP "Los Saicos - Wild Teen Punk from Perú 1965”. Esta reedición de los seis singles de Los Saicos en un LP fue lanzada el año 2000 por el sello español Electro Harmonix. Aquí el texto:




Por Paul Hurtado de Mendoza

De Los Saicos tengo una imagen fugaz, hace ya treinta y dos años aparecían por la televisión peruana con unas pintas tremendas y actitud provocadora… enfundados en casacas y pantalones de cuero salían aullando aquello de “¡echemos abajo la estación de tren! / demoler, demoler, demoler, demoler /¡echemos abajo la estación de tren! / nos gusta volar estaciones de tren”…

A finales de los años ‘50 Lima asimilaba con total voracidad los estrenos de ‘The Wild One’, Rebel Without A Cause’ o ‘Blackboard Jungle’, la llegada de los primeros discos importados de Bill Halley, Chuck Berry, Elvis Presley, Little Richard, Bo Diddley, Dale Hawkins, y claro está, el nacimiento de las versiones locales (a imagen y semejanza) de las estrellas foráneas del rock and roll. El sello MAG lanzaba los primeros cantantes rocanroleros del país. El resto vino como un huracán.

A mediados de 1957 se podía leer en la prensa conservadora local, “La fiebre del rock & roll llegó a Lima. El jueves 31 alrededor de la medianoche … por las 54 butacas destrozadas del teatro Perricholi, émulos de los nuevos teddy boys de Londres, los jóvenes limeños involuntariamente vivieron un instante histórico en la sociología del espectáculo. Reaccionaron idénticamente a sus contemporáneos del Bronx … cuando Anakaona salió a bailar, los jóvenes reaccionaron airados gritando ‘rock and roll’!!! … Nada de mambo, rumba, guaracha, querían r’n’r y vino el r’n’r con los bailarines Betty Di Roma y Oscar Neyra, pero tampoco les agradó a los chicos, que lo único que deseaban era que los aficionados ó espontáneos bailaran. Los organizadores indudablemente decidieron suspender el espectáculo y entonces, la desatención de la multitudinaria solicitud fue sellada con la destrucción … los trogloditas exacerbadamente afectos al rock and roll, sintiéndose insatisfechos la emprendieron contra el local. El virus del rock ha llegado a Lima, la policía tiene en sus manos la vacuna contra ese mal”.

Aparecen los primeros clubes de rock’n’roll, los primeros grupos (Los Millonarios) y solistas (Mike Oliver, Chela Roselló, Billy Villiers, Nadia Milton) … y las primeras pandillas juveniles: los Bucaneros de San Isidro, los Tabacos Negros de Barranco, los Zoquis de Lince y así, en distritos como La Victoria, Breña, Jesus María…

Se comienza a hablar de escándalos y desmanes ocasionados por “exaltados rocanroleros”, aunque El Comercio informaba al respecto de la siguiente manera: “la cosa se está poniendo que arde. Antes fueron los de Miraflores y Barranco, ahora los de Lince, Santa Beatriz y Palermo. Grandes grescas interdistritales básicamente por las faldas … A esa juventud palomilla que se da porrazos los llaman ya bandoleros, pero eso es una exageración”.

Se organizan los fines de semana las primeras matinales con actuaciones en directo en los cines Colón, Diamante, Tauro, y los primeros festivales de verano en las playas de Lima … De lo que se trataba era de interpretar correctamente los hits del momento e imitar a los cantantes de fuera.

Poco a poco van apareciendo por diversos barrios de la ciudad grupos que combinan las versiones con sus propias composiciones: Golden Boys (posteriormente Golden Stars), Zodiacs, Silver Twisters (mas tarde serán los Silverton’s), Los Shain’s, Los Dragones (impresionante grupo instrumental salido del barrio chino de Lima ubicado al lado del Mercado Central, que triunfaría poco después como Los Belkings), Los Yorks, Doltons, Holy’s, Kela Gates, Flyers, Loop, Sunsets, Dream’s ó Telecasters, pero son Los Saicos los que provocan el verdadero cortocircuito. Cuando aparecieron en las matinales del cine Colón fue el escándalo; tenían ese aire de malditismo y crudeza que conservan sus canciones casi 35 años después de haber sido concebidas!!! Si todavía produce escalofrios escuchar “Cementerio” o “El Entierro de los gatos”, historias tenebrosas adornadas con ruidos, gritos y efectos ideales para amantes de las noches sin luna, ó la brutalidad de sus canciones “románticas” como “Come On” o “Te Amo”, imaginen lo que aquello fue en su momento.

En realidad tenían que haberse llamado Los Sádicos pero fueron censurados, por lo que con su peculiar sentido del humor extirparon una letra de su nombre real y jugaron con la pronunciación de ‘psychos’. Uno de los componentes del grupo tenía una tienda de discos a pocos metros del cine Colón (hoy convertido en cine de películas porno) en la calle Belén, en pleno centro de Lima. Desde allí salía la banda a sus actuaciones, aunque los ensayos y las grabaciones se realizaban en un viejo cine abandonado de Barrios Altos, donde la chica que llevaba el pequeño sello independiente que editaba sus singles (DisPerú) había montado un estudio de grabación en el que consiguió ese maravilloso sonido cenagoso y explosivo de sus discos.

Su existencia fue efímera (1964-1967) y su discografía se compone únicamente de 6 singles. Casi no existen datos concretos del grupo –en Perú, como en Norteamérica o Inglaterra los discos de 45 rpm salían sin portada, venían en sobres de papel con los logos y slogans publicitarios de la discográfica que los publicaba, así la única información acerca de los grupos era la que venía en las etiquetas de los discos- ni se conservan imágenes de sus actuaciones, lo que aumenta aún más el halo oscuro y misterioso de la banda. Lo cierto es que fueron los que marcaron la pauta; los grupos que comenzaban ya no imitaban a los grupos extranjeros, imitaban a Los Saicos!!!

Hace unos años ‘Pico’ Ego Aguirre (Guitarra de Los Shain’s) me comentó que vio las pruebas de lo que iba a ser el primer LP de Los Saicos, aunque este nunca salió a la venta. Probablemente fuera la recopilación de los singles, algo que se estilaba en la época cuando un grupo tenía éxito.

Nadie sabe exactamente lo ocurrido con ellos después de disolver al grupo o la causas de la separación. Curiosamente las personas que les conocieron afirman que no fueron conflictos internos ni nada de eso, simplemente abandonaron todo de golpe. Corre el rumor que uno de ellos es actualmente un destacado ingeniero peruano de la agencia espacial norteamericana –NASA-!!!

Los Saicos practicaron el lujo de su odio visceral sin ningún tipo de mordaza y conectaron con el gran público. Conjugaron rabia, arrogancia, anarquía, con letras que iban directamente al grano y un talento musical primitivo (ninguna de sus canciones dura más de 2:30 minutos) en la más clara actitud punk de la costa oeste sudamericana. Su rollo salvaje no tenía absolutamente nada que ver con lo que se hacía en la misma época por Argentina (Sandro y Los De Fuego, Brasil (Renato e Seus Blue Caps), ó México (Enrique Guzmán y Los Teen Tops) … lo suyo fue una amenaza social.

Esta reedición va mucho más allá de lo anecdótico: Los Saicos se adelantaron a su tiempo y permanecen vigentes. ¿Rock latino? … ¿Qué rock latino, huevones?

Texto: Paul Hurtado de Mendoza (Octubre 1988)