martes, 27 de octubre de 2009

Los Yorks



Por Carlos Torres Rotondo

Entre 1966 y 1968 se reunían casi todos los domingos a las 8:00 de la mañana en la casa de su primera guitarra Walter Paz, ubicada en La Florida, una urbanización del antiguo distrito del Rímac... El Loco Alex y otros patas que los ayudaban como plomos cargaban sus instrumentos en la cúster para dirigirse a muchas de las 20 matinales que ese día se celebraban en los cines de Lima: las programaban a las 9 de la mañana para que, siendo consecuentes con la hora peruana, empezaran a las 10: 30; tenían como auspiciador más importante a la bebida gaseosa Kola Inglesa, que ponía cerca de 30 cajas en el puesto donde las madres del colegio organizador también vendían papa rellena, butifarras y sánguches mixtos; mientras tanto, los chicos repartían tarjetas de invitación para recaudar fondos para sus fiestas de promoción... A veces ya habían puesto la película con Frankie Avalon o con Elvis pero ellos llegaban en la oscuridad e iban colocando sus instrumentos: el público los reconocía y gritaba su nombre, los organizadores ya no podían retroceder y ellos les decían que no podían detenerse, que tenían otros contratos que cumplir, que cobraban 1200 soles por matinal y que no había matinal sin ellos y entonces paraban la película y ellos empezaban a tocar: y así, normal, bien tizas, uniformados con sus ternos escoceses a cuadraditos y pantalones campana empezaban a arremeter con una furia que impresionaba a la audiencia, que sabía que tocarían sólo tres temas y uno de regalo, normalmente de los últimos singles que MAG, su casa discográfica, había sacado a la venta días atrás... Pablo Luna, el vocalista, era un zambo pelirrojo de Ancón con apariencia mod: su performance era la convulsión y la pasión retorciéndose que sólo alcanzan los cantantes de soul, pero en versión peruana y destroyer: siempre rompía bombas de neón, fluorescentes, tachos de luz y micrófonos: chancaba todo lo que se encontrara en su camino y los pisaba por pura rabia: el ritmo lo conectaba epilépticamente con el recinto, con el cosmos... Walter Paz sólo tenía un fuzztone marca Shaller pero distorsionaba aún más agarrando su guitarra contra el amplificador, creando feedback por instinto... Su público más entregado estaba conformado por clanes de hippies criollos que se reunían a través de programas de radio: los York's tenían cinco shows en varias emisoras, y los fans mandaban cartas y ellos iban al estudio y luego se reconocían cuando se encontraban entre concierto y concierto en esta ciudad pequeña que era su Lima particular... Y la relación con el público era siempre efervescente, como si las ondas de la revolución ácida de Ken Kesey y Timothy Leary hubieran llegado a sus botellas de Kola Inglesa, ya que en ese entonces todavía no tomaban drogas: eran frenéticos relativamente sanos... Apenas acababan de tocar, la audiencia se subía al escenario; cierta vez en el cine Excelsior, al final del set, un chico se cortó la las venas de casualidad, y la nota de esta gente empezó a ser sacarse sangre y empezar a mancharse todos de rojo eufórico atacados por el ritmo enfermedad... Y luego del caos, el silencio, y ellos desenchufaban sus guitarras rápidamente mientras ponían de nuevo la película, y los organizadores que habían estado rezando entre bambalinas para que no rompieran nada se les acercaban y les preguntaban ¿cómo es?, ¿qué hacemos con sus destrozos? Y ellos decían que no iban a pagar nada, que para qué los contrataban si ya sabían lo que iba a pasar, que mejor no los contrataran para la próxima, que no iban a pagar nada, que les pagaran a ellos por su espectáculo... Y luego se dirigían a otro cine a hacer de nuevo su show, siempre con pequeñas variaciones, porque nunca tocaban una canción de la misma manera y lo natural era que se perdieran en las ondas de rebelión que el planeta tierra generaba aquellos años... Las matinales acababan a las 2:30 de la tarde, cuando se desalojaba el local y se lo limpiaba para la función de matiné... Entonces, en la tarde, cada uno se iba por su lado a chupar o a descansar, pero volvían a reunirse en la noche en la esquina del teatro Marsano en Miraflores, ya que ahí había una pollería que también era un bar, y llegaban periodistas, como la gente que mandaba Guido Monteverde y todos le decían a Pablo Luna: negro, has cantado bestial... Pero luego de los halagos y las entrevistas de rigor todos se iban a dormir, porque los ensayos eran de lunes a viernes de nueve de la mañana a una de la tarde en casa de Walter, y los sábados se presentaban al mediodía en Canal 4 para participar en el show de Elena Cortez y luego, otra vez, a reunirse los domingos a las 8 para empezar de nuevo el circuito de matinales...



Los primeros York's fueron el segunda guitarra Román Palacios y el baterista Pacho Aguilar, que en 1965 se pusieron a practicar juntos algunas canciones en ritmo de rock. En aquel entonces Román, oriundo de San Juan de Miraflores, también tocaba música criolla; por su parte, Pacho era del distrito La Victoria y recién se iniciaba en la batería; ambos pusieron el nombre a la banda por la ciudad de New York, ya que les estaba empezando a gustar cada vez más la música norteamericana. Walter, que todavía era escolar, se contactó con ellos porque su hermana estudiaba en el Notredame con la hermana de Pacho y pronto se unió a los ensayos. Fueron probando diversos vocalistas, que cantaban inevitablemente en inglés, ya que ellos eran rockeros, y debían demostrarlo, así fueran de barrio popular. También hacían versiones de Los Saicos, banda de la que eran admiradores. Seguían buscando cantante cuando conocieron a Pablo Luna, que en aquel tiempo vivía en Ancón dedicándose a la pesca artesanal pero con mucho contacto con la Lima de entonces: tomaba su colectivo y se iba a pasear al Parque Universitario y a dar vueltas por el mercado mayorista de La Parada. En aquellos días el zambo cantaba con los Press, una banda de avioneros de la FAP que tocaban con su uniforme, pero sin el cuello y las polacas, lo que les daba una cierta apariencia mod. Se conocieron en una matinal en el cine Tauro: al ver los muchachos la electrizante actuación de Pablo y ya recuperados del susto, intentaron ubicarlo para pedirle que ensayara con ellos.
Con la incorporación de Pablo Luna el cambio fue radical: empezaron a cantar sólo en castellano y poco a poco se fueron abriendo camino... Dieron sus primeros recitales en un local llamado Hallabalou, ubicado en la playa La Herradura, donde hicieron una temporada de tres meses. Su repertorio no sólo estaba basado en canciones de rock, sino también en música criolla, tango y boleros, lo que contribuyó bastante a su aprendizaje musical y a su concepto melodramático. A todos les pagaban un sencillo por bolo y les daban opción a dos tragos... Durante esos días paraban en Lince, más precisamente en la cuadra 3 de José Leal, porque ahí vivía su primer bajista. En el barrio tenía su peluquería un peinador llamado Gianino, que además era brujo y había sido denunciado por algunas familias debido a su actitud escandalosa. El negro Luna empezó a plancharse el pelo con Gianino, ante la actitud cachosa de la banda, que lo acompañaba a la peluquería para joderlo y matarse de risa: zambo, ¿qué pasa?, ¿te ha lamido una vaca?... Tuvieron que callarse cuando les cayó la policía debido a la mala fama que tenía el local. Se produjo entonces un enorme malentendido, una peruanísima versión costumbrista de El Proceso, de Kafka, pero en versión de prensa rosa amarilla, es decir, naranja: los llevaron a la comisaría de Lince y esa misma noche salieron en el noticiero El Panamericano, de Canal 5; la nota tenía como titular: "Grupo roquero los York's, homosexuales". Las señoras que cayeron en la batida fueron acusadas de prostitutas y sus maridos de proxenetas. Sus familiares los sacaron al día siguiente de la celda, pero apenas llegaron al barrio toda la gente los empezó a joder: o sea, cholos, pero para colmo, cabros. Y ellos se reían y vivían su película personal, es decir, su vida, con una desfachatez tan exagerada que acabó por imponerles una identidad natural frente a su público creciente. En tiempos en los que no se buscaba el escándalo premeditado tuvieron una actitud irrefrenable y verdadera. Tenían de qué sobrarse: en sus ensayos empezaban a salir canciones con un sonido propio: aunque Los York's eran una banda de garage-psicodelia que tocaba con desparpajo, tenían atisbos melancólicos, guitarras punzantes y ritmo furioso y desesperado. Esa rudeza musical con la que se expresaba su actitud estaba impregnada de una belleza y sonido singular. El sonido de la banda tenía claras influencias: The Kinks, The Yardbirds, The Troggs y toda la música americana que llegaba a sus oídos, pero la voz de Pablo, que emergía con incandescente sensualidad, los acercaba al rhythm & blues y al soul: cantaba con voz dulce, cálida y acompasada, pero abruptamente podía pasar a un catártico y furibundo paroxismo, con dosis de verdadera rabia y violencia. El encargado de la primera guitarra y segunda voz, Walter Paz, por su parte, aportó con su ejecución un color y un sonido particular: su técnica en la guitarra, involuntariamente, lo llevó a espacios sonoros similares a los de un Lou Reed en la época de la Velvet Underground. Hacía la mayoría de textos, arreglos y transcripciones musicales. Como no querían que los lornearan, dejaron de ir a Lince y encontraron a su bajista definitivo: Jesús Vílchez, "el Flaco", que le dio al grupo una profundidad rítmica especial. Sus movimientos andróginos y provocadores, su cuello delicado y su flequillo alocaban y hacían proferir irremediables gritos en tiernas teens de barrio popular.



El éxito de sus presentaciones con Pablo se vio recompensado en 1966 cuando firmaron un contracto con MAG, la casa discográfica propiedad del ingeniero Carlos Manuel Guerrero. Sacaron a la venta un puñado de 45s, el primero en las postrimerías del verano de 1967. Su primera reacción ante su inminente profesionalización y popularidad fue ponerse nerviosos y desconcertarse. Desde el comienzo, en la grabación del primer LP, la tensión era tan palpable que podía cortarse como mantequilla. Walter Paz salió durante una temporada y fue reemplazado por Fernando Quiroz, que tocaba en Los Zany's y que el año siguiente estaría en Los Destellos, el seminal grupo chichero dirigido por el maestro Enrique Delgado. Quiroz fue un York efímero, aunque salió en la carátula del primer disco y grabó en la mayoría de las canciones del LP –hizo la segunda guitarra en la primera versión de Abrázame-, ya que pronto regresó Walter Paz... Les dieron una semana en la sala de grabación, para usarla durante las mañanas y las tardes. En los controles técnicos estaban Carlos Manuel Guerrero y el ingeniero Cruz, pero pese a tener una consola de 8 canales, grabaron de un tirón el playback con 4 ó 5 instrumentos y luego un segundo montaje con las voces y los coros, desperdiciando por completo las posibilidades que les daba el estudio... Intentaban concentrarse, ensayaban todo cuadrado y exacto y se dormían temprano para que la grabación saliera bien... Como habían empezado a ir al estudio todos los días, se hicieron amigos de Pablo Villanueva, "Melcochita", zambo cholo chino extraterrestre, verdadero hombre del espectáculo, conocido principalmente en Lima por su faceta de artista cómico -con la que patentó su frase de batalla: ayayay, convenientemente pronunciada- y que a la vez era un potente y sabroso sonero latino, tal como demostraría posteriormente en varias performances geniales. Melcochita fue un estupendo músico de apoyo en el estudio: hizo coros y tocó instrumentos de percusión como vibráfono, pandereta, tumba y bongoes... En el órgano Farfisa los apoyó Otto de Rojas, que durante un tiempo fue tecladista del programa de concursos "Trampolín a la Fama", con Augusto Ferrando y que además participó en varias importantes grabaciones de música latina peruana durante los 60 y 70 como las de Nilo Espinoza... Durante las sesiones incluso se muñequeó el zambo Pablo Luna, que empezó a adquirir ciertas actitudes erráticas que provocaron un efímero alejamiento. Fue reemplazado por Enrique Palacios, con quien grabaron "Vete al Infierno", tema del que también Jean Paul "El Troglodita" haría una versión. Los muchachos le hicieron la pista para "El último beso", pero se dieron cuenta de que no congeniaban, de que el zambo Luna era imprescindible y decidieron regresar con él y convivir tolerantemente con su locura.



Pese a una grabación tan accidentada, el primer LP de la banda -llamado "York's 67"- tuvo muy buenas ventas, sobre todo gracias al éxito "Abrázame", que la historia ha convertido en su canción más conocida. En su versión en 45, a una semana de salir al mercado, "Abrázame" vendió alrededor de 40,000 copias, caso inusual para un sello como MAG, especializado en folklore y música tropical. "La enfermedad" era un ritmo contagiante, peruana y limeñísima interpretación del garage norteamericano, que Los York's supieron exponer en toda su magnitud, dando lugar a la creación de los llamados "Clanes de Los York's" en todo el país. En Lima sus fans se juntaban en el Parque Universitario, en la Plaza de Armas o en la Plaza Francia, algunos adoptaban nombres como Los Escorpiones y eran chicos de barrios marginales con onda contestataria y que se comunicaban con sus ídolos a través de la radio, ya que los York's tenían cinco shows en emisoras como Expreso, Excelsior, La Crónica y ni les pagaban ni ellos pagaban por ese espacio, porque los medios de comunicación estaban en manos de gente de su generación y a ellos les interesaba tener esos programas e iban a animar y a responder las cartas y las preguntas de los fans en el aire. Ángel Tacchino, conocido narrador de noticias en la tele y luego alcalde del distrito de Pueblo Libre, era su técnico en radio La Crónica y entablaron una relación de colegas... La psicodelia estallaba en todo el mundo y ellos se contagiaban por ósmosis, lo que no impidió que en su primera fiesta psicodélica, la que se hizo en el local de las Empresas Eléctricas, en jirón Camaná, cayera la policía y los acusara de drogadictos, y aunque todavía fueran zanahorias eran los más enfermos, y eso lo sabían los medios de comunicación, por lo que les dieron .un programa para ellos solos, como sucedió en la escena internacional únicamente con el Show de los Monkees y en la escena peruana únicamente con ellos... En su caso particular se llamaba El Show de Los Yorks y era emitido por Canal 11, propiedad de la familia Belmont. En este espacio televisivo la banda realizaba sketchs y música en vivo. Los textos del programa los realizaba el periodista y actor cómico Ramón Alfaro, que congenió bastante con los muchachos; en la locución en off estaba el DJ José Nashiro. El programa empezaba con un videoclip de la banda grabado en el Puente de los Suspiros: los enfocaban desde el terraplén y la bajada a los baños, ellos salían de entre las hojas de las plantas y corrían... Duraron sólo un mes ya que no había presupuesto y el Hermanón les metió cabeza con su sueldo, como es usual en la jungla peruana... Pero a ellos no les importaba porque mientras tanto estaban las giras a Ancash, Cuzco, Chimbote, Loreto, Tumbes, Piura, Trujillo: eran invitados a ferias departamentales y su presencia era obligada en interminables fiestas psicodélicas en el Club Tennis de La Victoria, el Club Okinawense y otros... También tocaron en el Paraninfo de la Feria del Pacífico al lado de los canadienses Marshmelows Soup Group, que casi le vendieron un órgano Hammond a los New Juggler Sound, y telonearon a Roberta y al trío Los Panchos cuando hacían giras... Cierta vez, en el Salón Chavín del aeropuerto internacional Jorge Chávez, fueron a que CACODISPE les diera un disco de oro por sus ventas. También estaban invitadas Roberta y Zoilita Soriano y su cuerpo de baile. Entre bambalinas el zambo les apostó que iba a hacer que se pararan todos esos conchesusmadres, por más etiquetados y encorbatados que estuvieran... Se aprovechaba el tránsito de Charles Aznavour para montar un espectáculo y mientras tocaban Abrázame, el negro Pablo se metió gateando en medio de las mesas y se puso a cantar como un epiléptico y la gente de pronto empezó a ponerse de pie, y ellos seguían tocando y se preguntaban dónde estaba ese cojudo, y lo veían bajo la mesa hecho un loco y se ponían a reír, qué más podían hacer, si repentinamente había llegado 1968 y ellos habían alcanzado el momento álgido...
...Entonces se organizaban competencias musicales entre las bandas más populares. Eran los conocidos "mano a mano", que solía organizar el empresario Chucho Martínez. Los York's hicieron varios mano a mano con Los Dolton's, como por ejemplo uno que hicieron en el cine Lux en vermouth de 7 a 10 de la noche, con un lleno tota, pero el más curioso fue el que tuvieron con Los Shain's en el cine Ídolo. La banda de Pico y Gerardo salió vestida de smoking blanco y con amplificadores de doble columna, dispuestos a impresionar al público con sus temas hindúes con cítara. Dos DJs, uno a cada extremo del escenario apadrinaba a cada banda. Los York's salieron con sus ternos a cuadraditos, que recién estrenaban... Casi nomás empezar, Walter Paz reventó un amplificador chiquito en el que había conectado su instrumento. Tuvieron que enchufar las dos guitarras a un amplificador Fender de 100, pero no se escuchaba nada, así que optaron por hacer una actuación in crescendo: y así, cada vez que les tocaba salir terminaban rompiendo los amplificadores y tirándolos al suelo, y el cine se vino abajo. Las primeras filas eran de Los Shain's, pero el resto del recinto era suyo. Los York's ganaron por aclamación. El bochorno para los Shain's fue tan grande que su manager, el señor Enrique Ego Aguirre, les prohibió alternar con los York's. Según la idiosincrasia de la época el músico era exclusivo y fiel a su banda como a la camiseta, por lo que no se juntaron mucho con otros grupos y se restringieron los jams, por lo que se puede decir, en líneas generales, que la primera escena del rock en el Perú fue muy poco comunitaria. La situación fue cambiando ya entrados los 70, cuando ya todos se declaraban hippies...



El segundo LP, llamado York’s 68, fue el disco en el que tuvieron más libertad, ya que habían vendido mucho con su primera versión de "Abrázame"... Walter ponía la caja de efectos Schaller en paralelo y las pichicateaba para que saliera con dos distorsionadores a la vez... Durante las sesiones conocieron a un grupo de japoneses llamados los Zigcero, que se quedaron impresionados con las voces que hacía Pablo Luna y les pidieron que les enseñaran a hacer coros... En esos días había llegado a Lima el famoso intérprete y compositor Neil Sedaka, que se hospedó en el hotel Bolívar. Los chicos eran fanáticos suyos, así que fueron a buscarlo. Lo invitaron a los estudios de MAG para que los viera tocar. Neil Sedaka congenió muy bien con Los York's –paraba hablándoles de Carol King, que había sido su vecina- y los ayudó en los arreglos de la canción "Sé que no cambiarás", composición de Walter. También grabaron una segunda versión de "Abrázame", con unos arreglos en la guitarra muy diferentes –y de hecho mucho mejores- que la anterior.
A fines de ese año se retiró de la banda Pacho Aguilar, un baterista dotado de un carisma y un humor especial y que desde su batería Roxy se las arreglaba para estar en primera línea de la puesta en escena tribal. Fue reemplazado por Freddy "Puro" Fuentes Aranda, que en ese entonces parecía estar dotado con el don de la ubicuidad, ya que entre fines de los 60 y principios de los 70 estuvo también con La Nueva Cosecha, Los Belkings, el Polen y muchos otros grupos importantes. A la vez, decidieron cambiar de casa discográfica, lo cual no le cayó nada bien al ingeniero Carlos Manuel Guerrero. MAG sólo les pagaba por grabación, pero El Virrey les ofreció regalías y un contrato en el que les daba 60 000 soles por adelantado, un caché completamente inusual en el mundo roquero de entonces. Los chicos se fueron de MAG sin decirle nada a Guerrero porque estaban ligados por contratos no legalizados y ellos habían buscado un asesor legal que les dijo que podían irse donde quisieran. Guerrero se picó y sacó un LP llamado York's 69, que en realidad es un disco apócrifo. En algunos temas tocaba la banda, pero como las canciones que habían dejado eran insuficientes, Guerrero solicitó la ayuda de Pablo Villanueva "Melcochita", que utilizó playbacks dejados por el grupo Los Teddys y le puso su voz a canciones como "El Preso", "El Loco" o "El Psicodélico". Melcochita conocía bastante las vivencias de los York’s y se inspiró en sus anécdotas cotidianas para hacer las letras. Por ejemplo, en "Jessica", habla sobre la chica que en aquel entonces era la novia de Pablo Luna. Demás está decir que la jugada del ingeniero Guerrero no le salió tan rentable, ya que la gente se dio cuenta de la trampa y casi no compró el disco.
Los verdaderos York's, por su parte, estaban en la cima de su creatividad. Ya conocían la marihuana y comenzaron una temporada de excesos... La primera vez que Pablo Luna consiguió tronchos fue en la comisaría de policía, en una de sus por entonces frecuentes detenciones, cuando se robó una bolsa de marihuana incautada a vista y paciencia de la tombería... Su estilo de vida era frenético: como habían empezado a ganar dinero Pablo compraba automóviles en estado terminal, los llevaba a Ancón, conducía a toda velocidad en los muelles y los arrojaba al mar... Es muy recordada la actuación que dieron por esos días en el Colegio Ciencias del Cuzco. Realizaban una interminable improvisación (veinte minutos) del tema "Abrázame" en la que habían intercambiado instrumentos y roles escénicos: el alocado Freddy "Puro" Fuentes se desplazaba por todo el escenario llevando consigo un platillo y tocándolo incesantemente, mientras Pablo Luna por su lado se solazaba con el bajo eléctrico, Jesús Vílchez cantaba aún cuando le sangraba la mano profusamente pues el pedestal del micrófono casi le había cercenado parte de un dedo y en una especie de danza tribal salpicaba la sangre a la platea y a sus compañeros de grupo. Esto hizo que el público, lleno de estupor y de desconcierto, se motivara aún más y danzara extasiado.
El contrato con El Virrey dio como resultado su último LP, el extraordinario "Ritmo y Sentimiento". Casi todas las canciones estaban acreditadas a Walter Paz, que se encerró tres días en su casa y sacó temas como Mi Nena o Sin Éxito –donde utiliza una guitarra de 12 cuerdas-, que relata cómo lo botaron de su jato por haber jalado varios cursos en la universidad –estudiaba periodismo- y tuvo que dormir en un parque. En esa época era un mataperro a tiempo completo, parando en Lince, Barrios Altos, Ancón y el Centro de Lima casi simultáneamente, en un ejercicio frenético de conocimiento de la ciudad que revela su perplejidad y deseo de experiencias en un tiempo en el que todo estaba cambiando: ésta era la auténtica revolución urbana.
Tanto desarreglo les pasó factura y determinó su ocaso... El sueño estaba por terminar: en las postrimerías de los 60 se prohibieron las matinales y las fiestas con grupos en vivo; la escena peruana dejó de tener la exposición televisiva y radial de antaño. La cumbia reemplazó entonces al rock como la principal música urbana juvenil. El negro Pablo vio cómo Los Destellos, una banda que al principio tocaba 30 minutos en el intermedio de sus actuaciones acababa como gran acto final en las fiestas... Los roqueros no conocían todavía la autogestión y no lucharon demasiado por su arte, que por aquel entonces llegó a cimas a las que todavía no ha regresado el rock en el Perú. El primero en irse fue, una vez más, Pablo Luna, a quien estaban presionando para que cantara en inglés para parecer más rockeros... Los York’s volvieron a cantar en ese idioma, como había sido su deseo en los primeros tiempos. Estaban sacando temas como Crimson and Glover, de Tommy James & The Shondells y canciones de The Turtles: querían volverse exquisitos y ya pensaban en sacar un York's 70, que jamás vio la luz pese a la madurez musical alcanzada... La ausencia de Pablo era esta vez definitiva, así que Los York's acabaron por separarse, sin hacer concierto de despedida ni nada parecido. No hubo ningún tipo de adiós.
Ya sin los York's, Walter empezó a parar con músicos virtuosos como Richie Zellon, el "Puro", Tino Pow Sang y Arturo Montenegro -de El Álamo- o la gente de Kabul, como el guitarrista Carlos Maldonado, con quien hizo bastantes jams pero no llegó a grabar. Pablo Luna sí grabó: sacó unos singles de cumbia con Los Ecos, la gran banda chichera liderada por Beto Cuesta, otro rockero entre el Rímac y Jesús María que se pasó por esos años a la música tropical.
En 1974 algunos York's se volvieron a juntar. Grabaron un puñado de 45s con el aporte vocal de Beto Casanova y el extraordinario baterista Rafael "Pocho" Purizaga. De estas grabaciones destacan Ya bebí gran rato / Lejos e Insignia / Cuando mi mente no está conectada en ti.



Ya en la segunda mitad de los 70, cuando el rock peruano murió, Walter Paz formó los grupos Corpus y Korillacta (Nueva Canción), y siguió estudios superiores en el Conservatorio Nacional de Música, haciendo arreglos para el Taller de la Canción Popular (dirigido por Celso Garrido Lecca). En 1979 recorrió escenarios de Sudamérica con el guitarrista Félix Casaverde, uno de los grandes de la música criolla y afro peruana. Posteriormente ha realizado arreglos para destacados músicos, entre ellos, Martina Portocarrero y Richard Villalón. Entre los 80 y los 90 hubo esporádicas presentaciones de los York’s con Pablo Luna en arrinconados shows del recuerdo organizados por Pacho Aguilar en cines donde padres y madres de familia iban a recordar su época dorada; las actuaciones nunca llamaron la atención de las nuevas generaciones de roqueros.
A comienzos del tercer milenio Pablo Luna emigró a España. Antes de que se fuera, Arturo Vigil lo entrevistó en un local de la avenida La Marina donde hizo su despedida. Publicó su conversación en Sótano Beat 3. Por mi parte, yo también migré, senté mis reales sobre Madrid y tuve la suerte de poderlo conocer, encuentro imprescindible, ya que Los York's era uno de los pocos grupos que no había entrevistado en Lima antes de este viaje definitivo. Con Paul Hurtado de Mendoza teníamos el proyecto de sacar un disco recopilatorio de Los York's, así que lo contactamos para que nos proporcionara información y fotos. Nos citó en un pueblo de la sierra de Madrid –donde, alucinados, pensábamos que llegaría en bolichera- y nos concedió una entrevista, que, junto a las declaraciones de Walter Paz recogidas por el mayor yorkólogo del planeta 3, el periodista Arturo Vigil, me han servido como fuente principal para redactar este informe histórico sobre una de las más grandes leyendas urbanas del rock nacional. Sólo me queda por evocar una entrevista -publicada en el número 3 de Asalto al Cielo el domingo 11 de mayo de 1986- en la que Pablo Luna, en Malambito mientras esperaba a una gila, respondió a Piero Bustos –el popular Morsa Vieja de los legendarios Del Pueblo- la pregunta de si era supersticioso, zambo, y él le dijo que claro que lo era, que se corría la paja antes de cada concierto. Gracias por el cariño, maestro.